06 - Illuminatus Parte II: La Manzana Dorada - Libro Tres: UNORDNUNG - Sexto Viaje, o Tipareth




1975



Título Original: The Golden Apple

Autores: Robert Shea y Robert Anton Wilson

Traducción: Guillermo A. Mazzucchelli

Arte de cubierta: Carlos Victor Ochagavia



¡Illuminatus! Parte II



La Manzana Dorada



No hay otro dios que el hombre.



El hombre tiene derecho a vivir bajo sus propias leyes - a vivir como quiera; a trabajar como quiera; a jugar como quiera; a descansar como quiera; a morir como y cuando quiera.



El hombre tiene derecho a comer lo que quiera; a beber lo que quiera; a vivir donde quiera; a moverse sobre la faz de la Tierra como quiera.



El hombre tiene derecho a pensar lo que quiera; a decir lo que quiera; a escribir lo que quiera; a dibujar, pintar, tallar, moldear y construir lo que quiera; a vestir como quiera.



El hombre tiene derecho a amar como quiera.



El hombre tiene derecho a matar a aquellos que impidan el ejercicio de estos derechos.



- El Equinoccio: Periódico de Iluminismo Científico, 1922 (editado por Aleister Crowley)




Libro Tres: UNORDNUNG



No creáis ni una sola palabra de El Honesto Libro de la Verdad, de Lord Omar, ni en ninguna del Principia Discordia, de Malaclypse el Más Joven; porque en ellas están contenidas las verdades más perniciosas y engañosas.

- “Epístola al Epískopo”, El Deshonesto Libro de las Mentiras, de Mordecai Malignatus, G. S. N.







Sexto Viaje, o Tipareth



(EL HOMBRE QUE ASESINÓ A DIOS)







Preferir el orden al desorden o el desorden al orden, es aceptar una realidad compuesta tanto por lo creativo, como por lo destructivo. Pero al elegir lo creativo sobre lo destructivo, elegimos una realidad totalmente creativa, compuesta tanto por el orden como por el desorden. - “La Maldición de Cara Gris, y la introducción al Negativismo” Principia Discordia, de Malaclypse el Más Joven, G. C. S.









Para John Dillinger el 25 de Abril comenzó con una rápida hojeada al New York Times; descubrió más fnords de los usuales. “El agua está llegando al borde” pensó tenebrosamente mientras encendía la radio para las noticias de las ocho, y escuchó el relato de lo sucedido en la mansión Drake, otra mala señal. En Las Vegas, dentro de uno de esos salones donde la luz nunca cambia, ninguno de los apostadores advirtió que era ya de día; Carmel volvía del desierto, donde había enterrado a Sherri Brandi, y se salió del camino para echar un vistazo a la casa del Dr. Charles Mocenigo, esperando poder ver u oír algo substancial; escuchó un disparo de revólver y rápidamente aceleró a fondo, huyendo. Mirando hacia atrás, vio llamas que se elevaban hacia el cielo. Y sobre el océano Atlántico, R. Buckminster Fuller, observó sus tres relojes constatando que eran las dos de la mañana allí en el avión, medianoche en su destino (Nairobi) y las 6 AM en su casa en Carbondale, Illinois. (En Nairobi, Nkrumah Fubar, el autor del muñeco vudú que provocó dolores de cabeza al Presidente de los Estados Unidos, se preparó para ir a la cama pensando en la charla que el Sr. Fuller daría la mañana siguiente en la universidad. El Sr. Fubar, en su manera sofisticadamente primitiva, al igual que Simon, en su manera primitivamente sofisticada, no creía que hubiesen conflictos entre la magia y las matemáticas)



En Washington DC los relojes estaban dando las cinco cuando el Volkswagen robado de Ben Volpe aparcó frente a la casa del Senador Edward Coke Bacon, el liberal más distinguido de toda la nación y la principal esperanza para todos aquellos jóvenes que todavía no se habían unido a grupos Morituri. “Entrada y salida rápida: masacre” dijo Ben Volpe a sus acompañantes. El Senador Bacon giró en su cama (Albert “El Profesor” Stern abre fuego sobre el Holandés) y murmuró “Newark”. A su lado, su esposa despertó a medias y escuchó un ruido en el jardín (Mamá, mamá, mamá, murmura el Holandés) “Mamá”: ella escucha que dice la voz de su hijo, mientras vuelve a hundirse lentamente en el sueño. La lluvia de balas la sacude, para despertar en un mar de sangre y ver en un flash a su esposo muriendo a su lado en la cama, a su hijo hace veinte años atrás llorando por una tortuga muerta, y las caras de Mendy Weiss y Ben Volpe y de otros dos sujetos en su dormitorio.



En 1936, cuando Robert Putney Drake retornó de Europa para aceptar la vicepresidencia del banco de su padre en Boston, la policía ya sabía que no había sido Albert “El Profesor” quién había baleado al Holandés. Incluso había unos pocos, como Elliot Ness, que sabían que la orden había sido dada por el Sr. Lucky Luciano y por Alphonse “Caracortada” Capone (preso en la Penitenciaría de Atlanta) y que habían sido transmitidas a través de Federico Maldonado. De cualquier manera nadie ajeno al Sindicato sabía que Jimmy La Fiera, Charley El Bicho y Mendy Weiss eran los verdaderos asesinos - nadie, exceptuando a Robert Putney Drake -.



El 1 de Abril de 1936, el teléfono de Federico Maldonado sonó y cuando lo atendió, una voz cultivada con acento de Boston dijo tranquilamente: “Madre es la mejor apuesta. No dejes que Satán te arrastre demasiado rápido”. Aquello fue seguido inmediatamente por el clic del teléfono al colgar.



Maldonado meditó sobre ello todo el día y finalmente lo comentó con un amigo muy cercano esa misma noche. “Hoy me llamó un chiflado y me dijo parte de lo que el Holandés le dijo a la policía antes de morir. Lo más extraño es que mencionó una de las partes que podría hundirnos a todos, si alguien de la policía o de los Fedes pudiera comprenderlo”.



“Algunos chiflados son así” respondió el otro Don mafioso, un elegante hombre mayor que parecía uno de los halcones de Federico II. “Están sintonizados, como los gitanos. Telepatía, ¿Sabes?, pero siempre reciben todo enmarañado porque están locos”.



“Si, supongo que eso es,” convino Maldonado. Él tenía un tío loco que era capaz de revelar súbitamente un secreto de la Hermandad que era imposible que supiera, en medio de desvaríos sobre sacerdotes que hacían el amor con monaguillos, Mussolini escondido en una salida de emergencia y otros disparates por el estilo. “Se sintonizan - como el Ojo, ¿Eh?” y rió.



Pero a la mañana siguiente el teléfono sonó y la misma voz, con una elaborada entonación de Nueva Inglaterra, dijo: “Esas ratas sucias se han sintonizado. Conservas Canadienses Viandas Bean”. Maldonado sintió un sudor frío. De hecho, ése fue el momento en que decidió que su hijo, el sacerdote, celebraría una misa por el Holandés todos los Domingos.



Pensó en eso todo el día. Boston - el acento era de Boston. Antes tenían brujas allí. Conservas Canadienses Viandas Bean. Cristo, Harvard está en las afueras de Boston, y Hoover está reclutando Fedes en la Escuela de Leyes de Harvard ¿Había abogados que además eran brujos? Masacren al hijo de puta, les dije, y lo encontraron en el baño de hombres. Aquel maldito Holandés. Con un balazo en las tripas vivió lo suficiente como para revelar casi todo sobre el Segreto. El maldito tedeschi



Esa noche, Robert Putney Drake cenó con una joven de la rama menos conocida de la Casa de los Morgan. Después la llevó a ver La Ruta del Tabaco y, en el taxi de vuelta al hotel, hablaron seriamente sobre los sufrimientos de la gente pobre y sobre la poderosa performance de Henry Hull como Jeeter. Luego la llevó a su habitación y la cogió vigorosamente. A las diez de la mañana, después de que ella se marchara, salió de la ducha completamente desnudo: treinta y tres años de edad, rico, guapo, y con la sensación de ser un mamífero depredador saludable y feliz. Miró su pene, pensó en las serpientes que había visto alucinando con mezcalina en Zurich y se arropó con una bata de baño tan costosa que podría haber alimentado a una familia hambrienta de los barrios bajos durante seis meses. Encendió un grueso cigarro cubano y se sentó junto al teléfono: un mamífero macho, depredador, feliz. Comenzó a discar, escuchando los clics, y los tac, tac, tac, recordando el perfume que su madre usaba una noche hace treinta y dos años atrás inclinada sobre la cuna, el aroma de sus pechos, y la vez que intentó experimentar con la homosexualidad en el Boston Common, con aquel marica pálido arrodillado delante de él en el baño, y el olor a orina y a desinfectante Lysol, y la inscripción en la puerta que decía ELEANOR ROOSEVELT LA CHUPA, y su fantasía momentánea de que no era un gay genuflexo delante de su verga caliente y dura, si no la mujer del presidente… “¿Si?” dijo la voz nerviosa y furiosa de Nariz de Banana Maldonado.



“Cuando estaba en el trono, el niño vino a mí” Drake arrastró las palabras, una agradable erección comenzaba a entibiarlo. “¿Qué sucedió con los otros dieciséis?”. Colgó rápidamente. (“El análisis es brillante” había dicho el profesor Tochus en Harvard, refiriéndose a su ensayo sobre a las últimas palabras de Dutch Schultz. “Particularmente, me gusta la forma en que combinas a Freud y a Adler para descubrir el instinto sexual y el deseo de poder en una misma imagen de ciertos fragmentos. Es bastante original”. Drake rió y dijo: “Me temo que el Marqués de Sade lo hizo un siglo y medio antes que yo. El poder - y la posesión - son sexuales, para algunos hombres).



El genio de Drake también fue percibido en el círculo de Jung en Zurich. Cierta vez - mientras Drake estaba tomando mezcalina junto a Paul Klee y sus amigos en lo que ellos llamaban su Viaje a Oriente -, fue el tópico de una conversación larga e intrincada en el estudio de Jung. “No habíamos visto a alguien como él desde que Joyce estuvo aquí”, comentó una de las siquiatras. “Él es brillante, si” dijo Jung tristemente, “pero malvado. Tan malvado, que estoy desesperado por comprenderlo. Incluso me pregunto que pensaría de él el viejo Freud. Este hombre no quiere asesinar a su padre y poseer a su madre; quiere asesinar a Dios y poseer al cosmos”.



Al tercer día, Maldonado recibió dos llamadas. La primera, de Louis Lepke, fue cruda y vehemente: “¿Qué pasa, Nariz de Banana?”. El insulto de usar el apodo prohibido en una conversación personal era deliberado y casi inexcusable, pero Maldonado se lo perdonó.



“¿Has notado que mis chicos te están siguiendo, eh?” respondió ingeniosamente.



“He visto a tus soldados,” Lepke enfatizó la palabra, “y eso significa que tú quieres que los vea ¿Qué hay? Sabes que si me atacas, tú serás atacado”.



“No serás atacado, caro mio” respondió Don Federico, todavía cordial. “Tengo una idea loca sobre algo que, creo, puede venir desde adentro, y tú eres el único que sabe lo suficiente para hacerlo. Estaba equivocado. Me doy cuenta por tu voz. Y si yo hubiera estado en lo correcto, no habrías llamado. Un millón de disculpas. Ya nadie te va a seguir. Con la excepción de los investigadores de Tom Dewey, ¿Eh?” rió.



“Okay” dijo Lepke lentamente. “Llámalos, y olvidaré el asunto. Pero no intentes asustarme nuevamente. Cuando estoy asustado hago locuras”.



“Nunca más” prometió Maldonado.



Quedó mirando el teléfono hoscamente cuado Lepke cortó. Ahora estoy en deuda con él, pensó. Debo deshacerme de alguno de sus enemigos para disculparme apropiada y cortésmente. 



Madre de Dios, si no es el Carnicero ¿Quién es? ¿Un brujo verdadero?



El teléfono sonó otra vez. Haciendo la señal de la cruz e invocando silenciosamente a la Virgen María, Maldonado levantó la bocina.



“Déjalo que se ate a ti y que te fastidie”, citó agradablemente Robert Putney Drake, “la diversión, es diversión”. No colgó.



“¿Quién habla?” preguntó Don Federico.



“Dutch murió tres veces” dijo Drake con tono sepulcral. “Cuando Mendy Weiss le disparó, cuando el fantasma de Vince Coll le disparó, y cuando ese drogadicto estúpido, el Profesor, le disparó. En cambio, John Dillinger nunca murió”.



“Señor, hagamos un trato” dijo Maldonado. “Me doy por vencido. Vamos a encontrarnos en cualquier lado. A plena luz del día. En el Central Park. En cualquier lugar donde usted se sienta seguro”.



“No, todavía no nos veremos” dijo Drake fríamente. “Primero usted discutirá esto con el Sr. Lepke y con el Sr. Capone. También lo discutirá con…” leyó quince nombres de una lista que tenía en la mano. “Entonces, luego de haber tenido el tiempo suficiente para considerarlo, ustedes tendrán noticias mías”. Drake soltó un pedo, como hacía siempre que estaba nervioso al cerrar un negocio importante, y colgó rápidamente.



Ahora, se dijo, a asegurarlo.



Ante sí, una copia del segundo análisis de las últimas palabras de Dutch Schultz - la versión privada, no la que había enviado al Departamento de Psicología de Harvard - descansaba sobre el escritorio del hotel. La envolvió elegantemente y le enganchó una nota: “Hay cinco copias en cajas fuertes de cinco bancos diferentes”. Luego la metió en un sobre con la dirección de Luciano y la introdujo en el buzón del hotel.



Al volver a su habitación llamó a Louis Lepke, nacido Louis Buchalter, de la organización más tarde llamada “Asesinatos Inc.” por la prensa sensacionalista. Cuando Lepke respondió, Drake recitó citando solemnemente al Holandés: “Me queda un mes. Lo han logrado. Vamos, Illuminati”.



“¿Quién carajo habla?” gritó la voz de Lepke mientras Drake colgaba el tubo suavemente. Unos minutos más tarde registraba su salida del hotel para retornar a casa en el vuelo del mediodía y para pasar cinco días extenuantes reorganizando y racionalizando el banco de su padre. La noche del quinto día se relajó y llevó a una jovencita de la familia Lodge a bailar al son de la orquesta de Ted Weems, y a disfrutar escuchando a su nuevo vocalista, el joven Perry Como. Luego, la cogió enérgicamente. A la mañana del día siguiente sacó un librito en el cual había anotado sistemáticamente todos los apellidos de las familias más ricas de los EEUU, y anotó el primer nombre de la chica luego de Lodge, como había hecho la semana anterior con Morgan. La próxima sería una Rockefeller.



Al mediodía voló a New York y pasó el día negociando con los oficiales de la Firma Morgan. Esa noche vio las colas para el pan en la 40th Street y sintió una profunda agitación. De vuelta en el hotel, hizo una de sus anotaciones raras, casi furtivas, en su diario.



La revolución puede suceder en cualquier momento.



Si Huey Long no hubiera sido asesinado el año pasado ya habría estallado. Si Capone hubiera dejado que el Holandés atacara a Dewey, el Departamento de Estado ahora sería lo suficientemente fuerte como para endurecer la seguridad  estatal. Si Roosevelt no logra involucrarnos en la guerra cuando estalle, todo estará perdido. Y deben faltar tres o cuatro años para la guerra. Si pudiéramos hacer que Dillinger vuelva, la reacción fortificaría a Hoover y a la justicia, pero John parece estar en el otro bando. Mi plan puede ser la última opción, pero los Illuminati todavía no se han contactado conmigo, a pesar de que ya deben estar informados ¡Oh, Weishaupt, qué montón de cabezas huecas intentan llevar a cabo tu obra!



Arrancó la página nerviosamente, soltó un pedo, y puso la hoja en un cenicero, donde la quemó lentamente. Entonces telefoneó al Sr. Luciano y dijo suavemente: “Soy un buen pretzler, Winifred. Departamento de Justicia. Incluso lo obtuve en el departamento”.



“No cuelgue” dijo Luciano con tono amigable. “Hemos estado esperando noticias suyas ¿Todavía está ahí?”.



“Si” respondió Drake cautelosamente, con los labios apretados y con el esfínter más apretado aún.



“Okay” dijo el Sr. Lucky. “Usted sabe sobre los Illuminati. Sabe lo que el Holandés intentaba decirle a la policía. Incluso parece saber sobre los Liberteri y Johnnie Dillinger, ¿Cuánto quiere?”.



“Todo” respondió Drake. “Y ustedes me lo van a dar. Pero todavía no. No esta noche”, y colgó.



(La rueda de la sintonía, como sabían los mayas, gira de tres maneras; y al igual que la Tierra, que gira sobre su propio eje, simultáneamente orbita alrededor del Sol, y al mismo “tiempo” sigue al astro en su travesía por el borde de la galaxia, la rueda del tiempo, que es la rueda del tal vez, al clic del teléfono de Drake, completó un ciclo que había comenzado cuando Gruad, el Cara Gris, estaba calculando la trayectoria de un cometa y les decía a sus seguidores: “¿Ven? Los cuerpos celestiales están sujetos a una ley, e incluso los Lloigor lo están, por lo tanto, el hombre y la mujer: ¿No deberían estar sujetos también a una ley?”. Y en un ciclo más pequeño, Semper Cuni Linctus, un centurión enviado a un campamento del Imperio en un lugar olvidado por Dios, escucha aburrido el relato de un subalterno excitado: “Ese tipo que crucificamos el viernes pasado - varias personas del pueblo juran haberlo visto caminando por los alrededores. ¡Un tipo incluso afirma haberle metido una mano en su herida del costado!”. Semper Cuni Linctus sonríe cínicamente. “Cuéntaselo a los gladiadores”, dice. Y Albert Stern abre el gas, se inyecta por última vez, y, lleno de morfina y euforia, muere lentamente confiando que será recordado como el hombre que asesinó a Dutch Schultz, sin saber que Abe Reles revelaría la verdad cinco años más tarde).



La pista de Camptown tiene 5 millas de largo… Durante el segundo viaje de Joe en el Lief Erikson fueron hasta África y Hagbard mantuvo una importante conferencia con cinco gorilas. Al menos él dijo que había sido importante; Joe no pudo juzgarlo, ya que la conversación había sido en suahili. “Hablan un poco de inglés,” explicó Hagbard de vuelta en el submarino, “pero prefieren el suahili, ya que les permite ser más elocuentes y pueden expresar más matices”.



“En adición a tus otros logros: ¿También eres el primer hombre que le enseñó a hablar a un mono?” preguntó Joe.



“Oh, no, para nada” dijo Hagbard modestamente. “Es un viejo secreto Discordiano. La primera persona en comunicarse con un gorila fue un misionero Erisiano llamado Malaclypse el Viejo, nacido en Atenas y exiliado por oponerse a la imposición de la supremacía masculina cuando los atenienses crearon el patriarcado y encerraron a sus mujeres. En su exilio, comenzó a vagar por el mundo aprendiendo todo tipo de secretos y dejando detrás una preciosa colección de leyendas extraordinarias - él es el Loco de Phoenix mencionado en los escritos confucianos, y se hizo pasar por Krishna en la India para recitar a Arjuna esa bellísima Biblia de ética revolucionaria, el Bhagavad Gita, entre otras cosas. Creo que lo conociste en Chicago cuando simuló ser el Diablo del cristianismo”.



“¿Cómo han hecho los Discordianos para ocultar el hecho de que los gorilas hablan?”



“En general somos bastante callados, podrías decir, y cuando hablamos, usualmente es para tender una trampa a alguien o para volarle la mente”.



“Ya me he dado cuenta” dijo Joe.



“Y los gorilas son bastante astutos como para no hablar con nadie que no sea otro anarquista. Todos ellos son anarquistas y tienen una sana cautela con la gente en general, y con la gente del gobierno en particular. Como uno de ellos me dijo una vez: ‘Si descubren que podemos hablar, los conservadores exterminarían a la mayoría de los gorilas y harían que el resto pagáramos renta para vivir en nuestras propias tierras; y los liberales intentarían entrenarnos como operadores de maquinarias ¿Quién mierda quiere ser un operario de maquinarias?’. Prefieren vivir a su manera pastoral y Erística, y yo nunca interferiría. Nos comunicamos con ellos y con los delfines porque ambas especies son suficientemente inteligentes como para comprender que, como integrantes de la biosfera de la Tierra, están comprometidos a ayudar al manojo de seres humanos anarquistas que quieren detener o al menos retardar el baño de sangre y las matanzas provocadas por nuestros líderes Anerísticos y las mafias Anerísticas”.



“A veces todavía me confunden sus términos teológicos - ¿O psicológicos? -. Las fuerzas Anerísticas, en especial los Illuminati, son obsesivos de la estructura: quieren imponer su concepto del orden sobre todo el mundo. Pero todavía no comprendo las diferencias entre Erisiano, Erístico y Discordiano. Por no mencionar a los JAMs”.



“Erístico es lo opuesto a Anerístico,” explicó Hagbard pacientemente, “y por lo tanto, idénticos. Recuerda el Revol-Tijo. Escritores como Sade, Max Stirner y Nietzsche son Erísticos; como los gorilas. Representan la supremacía total del individuo y la negación total del grupo. Esto no significa que sea un todos-contra-todos como imaginan los filósofos Anerísticos, pero bajo presión puede degenerar en eso. La mayor parte del tiempo son pacíficos, como nuestros amigos peludos allá en los árboles. La posición Erisiana es diferente; reconoce que las fuerzas Anerísticas también son parte del drama del mundo y que nunca podrán ser abolidas totalmente. Nosotros hacemos énfasis en lo Erístico porque la sociedad humana ha sido inclinada grotescamente hacia el lado Anerístico durante toda la era de Piscis. Los Discordianos somos los activistas del movimiento Erisiano: hacemos cosas. El Erisiano puro trabaja de manera misteriosa, siguiendo el concepto Taoísta del wu-wei, el no-hacer. Los JAMs son izquierdistas que serían Anerísticos si no fuera por un conjunto de circunstancias especiales que los guiaron en la dirección libertaria. Pero lo joden todo con sus típicos discursos de izquierda cargados de odio. No han estudiado el Gita: el arte de luchar con amor en el corazón”.



“Es extraño,” dijo Joe, “el Dr. Iggy me lo explicó de otra manera en la sede de los JAMs en Chicago”.



“¿Y que esperabas?” respondió Hagbard. “No existen dos personas que sepan, y sepan de la misma manera. A propósito, ¿Por qué no me has preguntado si aquellos gorilas no eran hombres disfrazados de monos?”.



“Me estoy volviendo más crédulo” dijo Joe.



“Que mal” dijo Hagbard tristemente. “Realmente eran hombres disfrazados de gorilas. Te estaba probando, para ver cuán fácilmente podías ser engañado, y caíste”.



“Un minuto. Olían como gorilas. Eso no fue un ardid. Ahora me estás engañando”.



“Así es” asintió Hagbard. “Quería ver si confiabas en tus propios sentidos o en la palabra de un gurú y líder natural como yo. Confiaste en tus sentidos y pasaste. Mis puestas en escena no son simples bromas, mi amigo. Para un hombre con genes dominantes y herencia pirata como yo, lo más difícil es evitar convertirse en una maldita figura de autoridad. Necesito toda la reciprocidad e información que pueda obtener - de hombres, mujeres, niños, gorilas, delfines, computadoras, y cualquier otra entidad consciente -, porque nadie contradice a la Autoridad. La comunicación solamente es posible entre iguales: ese es el primer teorema de la cibernética social - y la base completa del anarquismo -, así que debo destruir la dependencia que la gente tiene conmigo, si no terminaré convertido en un Gran Papi de mierda, y ya nunca tendré una comunicación verdadera. Si los cerdos Illuminati y sus imitadores Anerísticos de todos los gobiernos, corporaciones, universidades, y ejércitos del mundo comprendieran ese simple principio, descubrirían qué es lo que está sucediendo realmente, y dejarían estropear todos los proyectos que comienzan. Yo soy el Hombre Libre Hagbard Celine, y no soy el maldito líder de nadie. Tan pronto como comprendas plenamente que soy tu igual, que mi mierda apesta igual que la tuya, que necesito una encamada cada tanto, que soy gruñón y tomo decisiones estúpidas, y que hay Alguien que es más confiable que todos los Budas y sabios, pero que deberás descubrirlo por tu propia cuenta, entonces comenzarás a comprender de qué se trata la Legión de la Discordia Dinámica”.



“¿Alguien que es más confiable que todos los Budas y sabios…?” repitió Joe, sintiéndose confundido, cuando un segundo antes había estado a punto de alcanzar la comprensión total.



“Para recibir la luz debes ser receptivo” dijo Hagbard bruscamente. “Trabaja en eso. Llévalo y digiérelo en New York”. Y le dio un libro: Nunca chifles mientras estás meando: Una Guía para la Auto-Liberación, por Hagbard Celine, H. S., C. M.



Durante las semanas posteriores Joe lo leyó escrupulosamente - mientras Pat Walsh del departamento de investigación de Confrontación chequeaba cada aserción sobre los Illuminati que Joe había recogido de Hagbard, Simon, Dillinger y el Dr. Ignotius -, pero a pesar de que el libro era en parte brillante, también era oscuro, y  no encontró ninguna pista sobre Alguien que fuese más confiable que todos los Budas y sabios. Entonces, una noche, colocado con hachís Negro de Alamut, comenzó a meditar en ello con la consciencia expandida e intensificada ¿Malaclypse el Viejo? No, era sabio, y benevolente a su manera, pero ciertamente no era confiable ¿Simon? A pesar de su juventud y locura poseía una percepción increíble, pero estaba casi ciertamente menos instruido que Hagbard ¿Dillinger? ¿El Dr. Ignotius? ¿El misterioso Malaclypse el Más Joven, que desapareció dejando el inescrutable Principia Discordia?



¡Cristo! pensó Joe, ¡Qué machista que soy! ¿Por qué no pensé en Stella? Recordó el viejo chiste… “¿Has visto a Dios?”, “Si, y Ella es negra”. Por supuesto ¿No había sido Stella quién había presidido su iniciación en la capilla del Dr. Ignotius? ¿No había dicho Hagbard que sería ella quien presidiría la iniciación de George Dorn cuando estuviese preparado? Por supuesto.



Joe siempre recordó ese momento de éxtasis y certeza: le enseñó mucho sobre el uso y abuso de las drogas, y por qué los Illuminati estaban equivocados. Pero su inconsciente, que siempre intentaba transformar a las amantes en una figura maternal, había contaminado la visión interna que su supraconsciente casi le había revelado. No fue hasta varios meses después, durante la crisis de Fernando Poo, que finalmente descubrió, más allá de toda duda, a Aquel que es más confiable que todos los Budas y sabios.



Do-da, do-da, do-da-do-da-DAY...



(La misma noche que castigó a su subalterno por tomar seriamente las supersticiones nativas, Semper Cuni Linctus pasó por un sembradío de olivos y vio a los Diecisiete… y junto a ellos estaba el Decimoctavo, aquel que habían crucificado el viernes anterior. Magna Mater maldijo mientras se acercaba sigilosamente ¿Me estoy volviendo loco? El Decimoctavo, - ¿Cómo se llamaba? - el predicador, había puesto una rueda y estaba distribuyendo papeles a los demás. Entonces hizo girar la rueda y dictó el número que ésta indicaba cuando se detuvo. El centurión observó con estupor creciente mientras el proceso se repetía varias veces y los feligreses marcaban sus papeles cada vez que la rueda paraba. Finalmente el grandote, Simón, gritó “¡Bingo!”. El vástago de la noble familia Linctus dio la vuelta y huyó… Detrás de él, la figura luminosa decía: “Hagan esto para conmemorarme”.



“Yo creí que debíamos comer pan y beber vino para conmemorarte” objetó Simón.



“Hagan ambas cosas” dijo la figura fantasmal. “El pan y el vino son muy simbólicos y arcaicos para la gente de hoy. Esto es lo que va atraer a las multitudes. Verán, amigos, si ustedes quieren que la gente se acerque al Movimiento, tienen que hacer las cosas que le gustan a la gente. Tú, Lucas, no escribas eso. Esto es parte de las enseñanzas secretas”).



Slurp, slurp… Las chicas de Camptown cantan esta canción…



(Pero, ¿Cómo explicaría el caso de Drake? preguntó uno de los invitados al Kaffeeklatsch de Carl Jung el domingo por la noche, donde el extraño joven americano había inspirado muchas especulaciones. Jung, pensativo, dio una pitada a su pipa - preguntándose en realidad cómo hacer para curar a sus compañeros de esa manía de tratarlo como un gurú -, y finalmente respondió “Una mente refinada acierta en una idea como una flecha que se clava en el ojo de un toro. Los americanos todavía no alcanzaron ese refinamiento, porque son muy ortodoxos, muy extrovertidos. Ellos atacan a la idea, incluso a una idea importante, como uno de sus fullbacks haciendo un tackle. Por lo tanto siempre la estropean, la dejan estrujada. Drake tiene una mente de ese tipo. Ha aprendido todo sobre el poder - más de lo que Adler sabe, debido a su obsesión por el tema -, pero no ha aprendido lo más importante. Esto es, por supuesto, como evitar el poder. Lo que él necesita, y probablemente nunca consiga, es humildad religiosa. Eso es imposible en su país, donde hasta los introvertidos son extrovertidos la mayor parte del tiempo”).



Fue un novelista famoso, posteriormente ganador de un Premio Nobel, quien en verdad dio a Drake la primera pista sobre lo que la Mafia llamaba il Segreto. Habían estado hablando sobre Joyce y su desafortunada hija, cuando el escritor le comentó los esfuerzos que hizo Joyce para convencerse de que ella no era realmente esquizofrénica. “Le dijo a Jung: ‘después de todo, yo hago las mismas cosas con el lenguaje’. Y ¿Sabes lo que Jung, ese viejo sabio oriental disfrazado de psiquiatra le respondió? ‘Tú estás buceando, pero ella se está hundiendo’. Incisivo, por supuesto; y es más, cualquiera de nosotros, que escribimos cosas que están por debajo de la superficie del naturalismo, puede comprender el escepticismo de Joyce. Pero nunca sabremos con seguridad si estamos buceando o nos estamos hundiendo”.



Aquello le recordó a Drake su tesis, y fue hasta su oficina y trajo las últimas palabras de Arthur Flegenheimer, alias Dutch Schultz. Le dio los folios al escritor y le pregunto: “¿Qué dirías del autor de estas palabras? ¿Está buceando o se está hundiendo?”



El novelista leyó lentamente, con atención creciente, hasta que finalmente levantó la vista y miró a Drake con extrema curiosidad en los ojos. “¿Es una traducción del francés?”, preguntó.



“No” dijo Drake. “El autor era americano”.



“Así que no es del pobre Artaud. Pensé que era de él. Desde que volvió de México anda un poco tocado, como dicen los ingleses. Tengo entendido que actualmente está trabajando en ciertos tipos de cartas astrológicas que involucran al canciller Hitler”. El novelista hizo una pausa silenciosa, y luego preguntó “¿Cuál te parece la línea más interesante de todas?”.



“A bailar herido, nuevo waltz: niño, danza al tiempo kerosén”, citó Drake. Esa línea era la que más le molestaba.



“Oh, esa imaginería del niño es algo personal, simple homosexualidad reprimida, bastante ordinario. ‘Cuando estaba en el trono, el niño vino a mí’. Creo que el autor lastimó al niño de alguna manera. Todas las referencias están teñidas de algo más que la culpa homosexual normal”.



Dios mío, pensó Drake, Vince Coll. Él era lo suficientemente joven como para parecer un niño para Schultz. El Holandés pensó que el fantasma de Coll le estaba disparando en aquel baño en Newark.



“Imagino que el autor se suicidó, o está en un hospital psiquiátrico” reflexionó el novelista.



“Está muerto” dijo Drake de mala gana, “pero no te daré más pistas. Es fascinante ver cómo lo haces tú solo”.



“Ésta es la línea interesante”, dijo el novelista. “O estas tres líneas. ‘Yo lo escucharé, se escuchará en el circuito de juzgados, y lo escucharán en la Corte Suprema. Si esa no es la paga. Por favor, castiguen severamente a los amigos del chino y a quien comanda a Hitler’ ¿Juras que el autor es americano?”.



“Bueno, tenía ancestros alemanes” dijo Drake, pensando en la teoría de la memoria genética de Jung. “Pero el canciller Hitler no lo hubiera admitido. Sus antepasados no eran arios”.



“¿Era judío?” exclamó el novelista.



“¿Qué tiene eso de sorprendente?”



“Que solamente dos o tres personas en el mundo entero fuera del círculo interno del Partido Nazi comprenderían el significado de ‘el chino y quien comanda a Hitler’. Este autor debe haber investigado profundamente la literatura ocultista - cosas como Eliphas Levi, o Ludvig Prinn, o algunos de los secretos rosacruces más celosamente guardados, y luego hizo una suposición perfectamente asombrosa, en la dirección correcta”.



“¿De qué demonios estás hablando?”.



El novelista observó a Drake largo rato, y luego dijo “Odio hablar sobre esto. Algunas cosas son demasiado espantosas. Algunos libros, como dijo el Sr. Poe, no deberían ser leídos. He codificado algunas de esas cosas en mi obra más famosa, que es admirada por razones incorrectas. En mi búsqueda de lo místico he descubierto cosas que preferiría olvidar, una de ellas es la verdadera meta de Herr Hitler. Pero debes decirme: ¿Quién era este notable autor?”.



(“Me acaba de llamar” dijo Luciano a Maldonado, “y por lo menos sé una cosa: no es un mero chantajista. Apunta a lo grande, y es acaudalado. Sacaré a mi abogado de la cama y tantearemos a todas las familias más importantes de Boston hasta encontrar a una con un hijo que muestre señales de poseer corazón de delincuente. Apuesto a que es una familia de banqueros. Puedo escuchar el dinero en una voz, y él lo tiene”).



Drake fue obstinado, y finalmente el novelista dijo, “como sabes, me rehúso a vivir en Alemania por lo que está sucediendo allí. De cualquier manera es mi hogar y escucho cosas. Para explicártelo debes salir mentalmente del escenario de la política habitual. Cuando digo que Hitler tiene un Amo, no significa que él es un portavoz en el sentido político tradicional”. El novelista hizo una pausa. “¿Cómo puedo mostrarte el cuadro para que lo entiendas? No eres alemán… ¿Cómo podrías comprender a esa gente de la que han dicho, con razón, que tienen un pié en su propia tierra y el otro pié en Thule? ¿Has escuchado algo sobre Thule? Es el nombre alemán para el reino fabuloso al que los griegos llamaban Atlántida. No importa si existió o no; la creencia en él ha existido desde el alba de la historia, y las creencias motivan acciones. De hecho, no puedes comprender las acciones de un hombre a menos que comprendas sus creencias”.



El novelista hizo otra pausa, y luego comenzó a hablar sobre la Golden Dawn Society  en la década de 1890. “Sus miembros han escrito cosas extrañas. Algernon Blackwood, por ejemplo, escribió sobre seres inteligentes que existieron en la tierra antes que la humanidad ¿Puedes tomar seriamente semejante concepto? Él nos advirtió con frases sutiles tales como ‘es concebible que dichos poderes magníficos o seres recordados en poesías y leyendas como dioses, monstruos, y seres mitológicos de todo tipo, hayan sobrevivido,’. Arthur Machen describió supuestos ángeles en los ‘Milagros de Mons’ durante la Gran Guerra, y lo publicó dos días antes de que los soldados en la escena reportaran el incidente. Machen estaba en la Golden Dawn y la abandonó para volver al catolicismo advirtiendo: ‘hay sacramentos del Mal, al igual que los hay del Bien’. William Butler Yeats también era miembro, y debes conocer estas notables líneas: ‘¿Qué áspera bestia/ es la que está por llegar/ y se arrastra hasta Belén para nacer?’. Y la Golden Dawn solamente era un portal externo de los Misterios. Las cosas que Crowley vislumbró luego de abandonar la Golden para unirse a la Ordo Templi Orientis… Hitler suprimió tanto a la Golden Dawn como a la OTO, como sabrás. Él pertenecía a la Sociedad Vril, donde son guardados los verdaderos secretos extraterrestres…”.



“Sí que das vueltas para llegar al punto” dijo Drake.



“A veces necesitamos aproximarnos a ciertas cosas a través de pistas, incluso con alegorías. Has tomado mezcalina con Klee y sus amigos, y pasaste la noche teniendo Grandes Visiones ¿Necesito recordarte que la realidad no tiene solamente un nivel?”.



“Muy bien” dijo Drake. “Detrás de la Golden Dawn y de la Sociedad Vril, hay un grupo oculto de verdaderos Iniciados. Había una rama alemana de la Golden Dawn, y Hitler fue miembro de ella ¿Lo que intentas decirme es que es muy simplista tomar esos sacramentos del Mal y a esos seres de la Atlántida como mera ficción, no es así?”.



La Golden Dawn fue fundada por una mujer alemana, sobre una tradición ya centenaria en Baviera. Y en cuanto a estos seres de Thule, no existen de la misma forma en que existe un ladrillo o un bife. Los físicos producen fenómenos verdaderos, visibles a los sentidos, mediante la manipulación de estos fantásticos electrones - los cuales, debo remarcar, pueden pasar de un lugar a otro sin utilizar el espacio, como una aparición o un fantasma -. Digamos, por lo tanto, que al manipular a esos seres o poderes de Thule, ciertos hombres también son capaces de producir efectos visibles y perceptibles”.



“¿Qué era la Golden Dawn?” preguntó Drake absorto. “¿Cuándo comenzó?”.



“Es muy antigua, anterior al medioevo. La organización moderna comenzó en 1776, con un hombre que abandonó la orden jesuita al considerarse ateo, hasta que sus investigaciones históricas sobre oriente produjeron resultados sorprendentes…”



(¡Es Él! gritó Hitler, ¡Ha venido por mí! Y luego, como relata Hermann Rauschning, “comenzó a desvariar”. Es el jefe en persona, gimió Dutch Schultz, oh, mamá, no puedo lograrlo. Por favor. Vamos, abre las latas de sopa. El hollín de la chimenea. La espada. Cállate. Eres un parlanchín).



Tenemos dos posibilidades fuertes, reportó el abogado de Lepke. Pero una de ellas es una familia irlandesa de Boston, y lo que tú describes es el antiguo acento original de Boston. Tu hombre probablemente pertenezca a la segunda familia. Su nombre es Robert Putney Drake.



Parado frente a la casa de Benefit Street, Drake pudo ver la cima de Sentinel Hill más allá del pueblo, y la vieja iglesia abandonada que albergó a la Secta de la Sabiduría Estelar en la década de 1870. Se dirigió a la puerta, levantó el viejo llamador gregoriano (pensando en Lillibridge, el reportero, y en Blake, el pintor: ambos murieron investigando aquella secta), y golpeó tres veces.



Howard Phillips Lovecraft, pálido, flaco, y cadavérico, abrió la puerta. “¿Señor Drake?” preguntó afablemente.



“Fue muy amable de su parte al recibirme” dijo Drake.



“Tonterías”, respondió Lovecraft mientras lo guiaba hacia el hall colonial. “Cualquier admirador de mis pobres historias siempre es bienvenido aquí. Son tan pocos que podría juntarlos aquí el mismo día, sin tener que estirar el presupuesto de mi tía”.



Él es uno de los hombres vivos más importantes que hay, pensó Drake, y realmente no lo sospecha.



(“Dejó Boston en tren esta mañana” reportó el esbirro a Maldonado y Lepke. “Partió hacia Providence, Rhode Island”).



“Por supuesto, no tengo problemas en hablar sobre ello”, dijo Lovecraft, luego de acomodarse junto a Drake en su viejo estudio repleto de libros, mientras la Sra. Gamhill les servía el té. “Más allá de lo que crean sus amigos de Zurich, soy y siempre he sido estrictamente materialista”.



“¿Pero ha estado en contacto con esa gente?”.



“Oh, ciertamente, y vaya que son un grupo absurdo, todos ellos. Todo comenzó luego de publicar una historia llamada ‘Dagon’ en, déjeme pensar, 1919. Yo había estado leyendo la descripción bíblica del dios filisteo del mar, Dagon, y me hizo recordar a las leyendas sobre serpientes marinas y a los dinosaurios reconstruidos por los paleontólogos. Y tuve esta idea: suponga que Dagon fue real y no un dios, si no simplemente un ser longevo vagamente emparentado a los grandes saurios. Era solamente una historia para entretener a aquellos que disfrutan de la literatura extraña y gótica. Usted no puede imaginar mi estupor cuando varios grupos ocultistas comenzaron contactarme, preguntándome a qué grupo pertenecía y de qué lado estaba. Todos se irritaron terriblemente cuando dejé perfectamente en claro que no creo en semejantes porquerías”.



“Pero, entonces,”dijo Drake perplejo, “¿Por qué continuó incorporando más y más ideas ocultistas en sus relatos posteriores?”.



“Soy un artista,” dijo Lovecraft, “un artista mediocre, me temo - y no me contradiga -. Valoro la honestidad por sobre todas las virtudes. Me gustaría creer en lo sobrenatural, en un mundo de justicia social, y en mi propio talento. Pero la razón manda, y yo acepto estos hechos: el mundo está hecho de materia ciega, los malvados y los fuertes siempre aplastarán a los débiles e inocentes, y yo poseo una capacidad bastante microscópica para crear un abanico minúsculo de efectos estéticos, todos macabros y limitados, que solamente atraen a una audiencia muy especial. Pero me gustaría que las cosas fuesen de otra manera. Por lo tanto, y a pesar de ser conservador, apoyo las leyes que pueden mejorar las condiciones de los pobres, y, a pesar de ser un escritor limitado, intento elevar el status de mi prosa lamentable. Los vampiros, los fantasmas y los hombres lobos están pasados de moda; provocan más risa que terror. Consecuentemente, cuando comencé a aprender sobre el saber olvidado, antes de publicar ‘Dagon’, empecé a incorporarlo a mis historias. No imagina las horas que pasé con esos volúmenes antiguos en Miskatonic, discriminando entre toneladas de basura - Alhazred, Levi y Von Juntz eran verdaderos casos de manicomio, ¿Sabe? -, para sacar en limpio algunas nociones que fueran lo suficientemente ajenas como para causar un shock genuino, un estremecimiento verdadero en mis lectores”.



“¿Nunca recibió amenazas de esos grupos ocultistas por mencionar a Iok Sotot y a Cthulhu en sus cuentos?”.



“Solamente cuando mencioné a Kali” dijo Lovecraft con una sonrisa torcida. “Un alma reflexiva me hizo recordar lo que le sucedió a Bierce cuando escribió abiertamente sobre el tema. Pero fue una advertencia amistosa, no una amenaza. Sr. Drake: usted es banquero y un hombre de negocios, ¿Toma esto seriamente?”.



“Déjeme responder con una pregunta” dijo Drake cautelosamente. “¿Por qué, entre todo el saber esotérico que usted decidió hacer exotérico a través de sus cuentos, nunca mencionó la Ley de los Cincos?”.



“En efecto,”dijo Lovecraft, “doy varias pistas bastante obvias sobre ella en ‘En las Montañas de la Locura’ ¿Lo ha leído? Es uno de mis cuentos más largos, y, creo, el mejor hasta ahora”. Abruptamente, pareció ponerse más pálido.



“En ‘El Caso de Dexter Ward’, usted cita una fórmula de Historia de la Magia, de Eliphas Levi. Pero no la repite en forma completa, ¿Por qué?”.



Lovecraft dio un sorbo a su té, obviamente pensando su respuesta con cautela. Finalmente dijo “Uno no necesita creer en Santa Claus para saber que la gente intercambiará regalos en Navidad. Uno no necesita creer en Yog Sothoth, el Devorador de Almas, para adivinar cómo actuará la gente que si cree en él. No es mi intención, en ninguno de mis escritos, la de proveer información que pueda llevar a un lector desquilibrado a intentar experimentos que puedan provocar la pérdida de una vida humana”.



Drake se puso de pié. “Vine a aprender,” dijo, “pero parece que mi única función posible es la de enseñar. Déjeme recordarle las palabras de Lao-Tsé: ‘Aquellos que hablan, no saben; y los que saben, no hablan’. La mayoría de los grupos ocultistas pertenecen al primer grupo. Pero aquellos que pertenecen al segundo, no deben ser tomados a la ligera. A usted le han dejado en paz porque sus relatos solamente aparecen en revistas destinadas a una pequeña minoría. Pero, últimamente, esas revistas han estado publicando historias sobre cohetes, reacciones nucleares en cadena, y otros temas que están a punto de ser consumados por la ciencia. Cuando esas fantasías comiencen a hacerse ciertas, lo cual probablemente ocurra dentro de una década, habrá un interés mucho mayor hacia esas publicaciones, y por lo tanto, hacia sus relatos. Entonces usted recibirá una atención no deseada”.



Lovecraft permaneció sentado. “Creo que sé a quiénes se refiere; yo también leo los diarios y hago deducciones. Aunque estén lo suficientemente locos como para intentarlo, no tienen los medios. Deberían haber tomado más de un gobierno para lograrlo. Y ese proyecto los mantendría demasiado ocupados, creo, como para preocuparse por unas cuantas líneas de unas historias publicadas como ficción. Creo que la próxima guerra producirá grandes avances en lo referente a la propulsión y a la energía nuclear, pero aún así dudo que eso lleve a la gente a considerar mis cuentos con más seriedad, o a ver conexiones entre ciertos rituales, que nunca he descrito explícitamente, y aquellos actos que serán considerados como los excesos normales del despotismo”.



“Buen día, señor” dijo Drake formalmente. “Debo partir hacia New York, y su bienestar no es un problema de mayor incumbencia en mi vida”.



“Buen día” dijo Lovecraft levantándose, con cortesía colonial. “Y, ya que usted se ha tomado la molestia de darme una advertencia, le devolveré el favor. No creo que su interés por esta gente esté basado en un deseo de oponerse a ellos, si no de servirles. Le ruego que recuerde la actitud de estos grupos hacia sus sirvientes”.



Nuevamente en la calle, Drake experimentó un abatimiento momentáneo. Hace casi veinte años que él viene escribiendo sobre ellos, y ellos no lo han contactado. Yo he estado sacudiendo el bote en dos continentes y no me han contactado ¿Qué hay que hacer para que asomen una mano? Si no llego a un entendimiento con ellos, todo lo que arregle con Maldonado y Capone estará escrito en el viento. Simplemente no puedo hacer tratos con la mafia antes de tener un trato con ellos ¿Qué debo hacer? ¿Poner un aviso en el New York Times?: “Hey, hola Ojo que Todo lo Ve ¿Podría mirar en mi dirección? R. P. Drake, Boston”.



Un Pontiac (robado de Kingsport una hora antes) estacionado varias casas atrás, arrancó y comenzó a seguir a Drake mientras caminaba hacia el centro alejándose de Benefit Street. No miró hacia atrás, así que no vio lo ocurrido, pero reparó en un viejo que venía caminando hacia él, que de repente se detuvo y empalideció.



“Jesucristo saltarín” dijo débilmente el viejo.



Drake miró sobre su hombro y no vio otra cosa que una calle desierta. “¿Qué sucede?” le preguntó.



“Olvídelo,” respondió el anciano, “usted nunca me creería, señor”, y cruzó la calle rumbo a una taberna.



(¿Cómo que perdiste cuatro soldados?” gritó Maldonado al teléfono.



“Así como lo estoy diciendo” dijo Eddie Vitelli, de los Vitellis del juego, la heroína y la prostitución de Providence. “Encontramos a tu Drake en un hotel. Pusimos a cuatro de nuestros mejores soldados a seguirlo. Llamaron una vez para avisar que estaba en una casa de Benefit Street. Les dije que lo atraparan ni bien saliese. Y eso es todo, punto. Desaparecieron, como si algo los hubiera borrado de la superficie de la Tierra. Puse a todo el mundo a buscar el auto en el que iban, pero también desapareció”).



Drake canceló su viaje a New York y volvió a Boston, zambulléndose en los negocios bancarios, y meditando su próxima movida. Dos días después, el portero del banco acudió a su oficina, con la gorra en la mano, y preguntó “¿Puedo hablar con usted, señor Drake?”.



“Si, Getty, ¿Qué pasa?” le respondió Drake malhumorado. Su tono era deliberado; el hombre probablemente iba a pedirle un aumento, y lo mejor era ponerlo a la defensiva inmediatamente.



“Es esto, señor” dijo el portero, dejando una tarjeta en el escritorio. Impaciente, Drake la observó y vio un arco iris de colores - impreso en un plástico desconocido, creando un efecto prismático que le recordó a sus viajes de mezcalina en Zurich -. A través del arco iris radiante, distinguió la silueta de una pirámide de trece niveles con un ojo rojo en la punta. Alzó la vista hacia el portero, y observó el rostro sin expresión.



“El Gran Maestre de los Estados Unidos de Occidente está dispuesto a hablar con usted”, dijo apaciblemente el empleado.



“¡Santa Cleopatra!” exclamó Drake, y los cajeros se dieron vuelta para mirarlo.



“¿Kleopatra?” preguntó Simon Moon veintitrés años después. “Cuéntale sobre Kleopatra”.



Era una tarde soleada de Octubre, y las cortinas del departamento en el decimoséptimo piso de Lake Shore Drive 2323 habían sido recogidas para revelar una vista panorámica de los rascacielos de Chicago y la moteada superficie azul del Lago Michigan. Joe se desparramó en una silla mirando hacia el lago. Simon y el Padre Pederastia estaban en un sofá debajo de la enorme pintura titulada “Kleopatra”. Se veía realmente muy parecida a Stella Maris, y sostenía una serpiente contra su pecho. El símbolo del ojo en la pirámide aparecía varias veces en los jeroglíficos del muro de la tumba detrás de ella. Sentado en un sillón enfrentado al cuadro había un hombre delgado, de rasgos oscuros y afilados, cabello castaño hasta los hombros, barba bifurcada y ojos verdes.



“Kleopatra” dijo el hombre, “era un caso de cuidado. La hubiera consagrado Polimadre del planeta, si ella hubiera vivido. Por poco destruyó al Imperio Romano, y, en efecto, acortó su vida varias centurias. Forzó a Octavio a imponer y soportar tanto poder Anerístico, que sumió al Imperio en un estado prematuro de burocracia”.



“¿Cómo debo llamarlo?” preguntó Joe. “¿Lucifer?, ¿Satán?”.



“Llámame Malaclypse el Viejo” dijo el hombre de la barba partida, con una sonrisa que parecía traspasar interminables velos cambiantes de cálida autocomplacencia.



“No comprendo” dijo Joe. “La primera vez que lo vi, todos estábamos aterrorizados y enloquecidos. Y cuando al final usted se manifestó como Billy Graham, yo no sabía si reír, o volverme loco”.



El Padre Pederastia rió. “Estabas tan aterrorizado que intentabas meterte dentro del ‘nido’ de nuestra pequeña pelirroja. Estabas tan aterrado que tu fornida verga” - se relamió -“escupió su jugo sobre toda la alfombra. Oh, estabas espantadísimo, si. Oh, Señor, si que lo estabas”.



“Bueno, no estaba tan espantado en el momento que usted menciona” dijo Joe sonriendo. “Pero sí un rato después, cuando nuestro amigo aquí estaba por aparecer. Usted también estaba aterrado, Padre Pederastia. No paraba de gritar ‘¡No vengas en esa forma!, ¡No vengas en esa forma!’. Ahora estamos todos sentados aquí en el living como si fuésemos viejos compinches y éste… éste ser aquí está recordando sus viejos buenos tiempos junto a Kleopatra”.



“Fueron tiempos terribles” dijo Malaclypse. “Fueron días crueles y tristes. Guerras constantes, torturas, asesinatos masivos, crucifixiones. Malos tiempos”.



“Le creo. Y lo que es peor: comprendo lo que eso significa y puedo vivir sabiendo que usted existe. Incluso puedo sentarme aquí a fumar un cigarrillo con usted”.



Dos cigarrillos encendidos aparecieron entre los dedos de Malaclypse. Le tendió uno a Joe. Le dio una pitada: tenía un gusto dulce, con un dejo a marihuana.



“Ese fue un truco barato” dijo Joe.



“Para que no pierdas demasiado rápido tus viejas ideas sobre mí” dijo Malaclypse. “Es demasiado pronto para comprender, y demasiado pronto para comprender mal”.



“La noche de la Misa Negra,” dijo el Padre Pederastia, “me convencí hasta el punto de creer totalmente en lo que hacía. Después de todo, de eso se trata la magia. La gente que estaba aquí aquella noche estaba relacionada con la magia siniestra, al mito de Satán, a la leyenda de Fausto. Es una forma rápida de involucrarlos. Funcionó contigo en su momento, aunque te trajimos demasiado pronto, porque necesitábamos tu ayuda. Ahora ya no necesitas esas triquiñuelas”.



“No necesitas ser satanista para amar a Malaclypse” dijo Malaclypse.



“De hecho, es mejor si no lo eres” dijo Simon. “Los satanistas son una porquería. Despellejan perros vivos y otras mierdas por el estilo”.



“Eso es porque la mayoría de los satanistas son cristianos” dijo Joe. “Y esa es una religión muy masoquista”.



“Hey, un minuto…” dijo el Padre Pederastia con cierta aspereza.



“Tiene razón, Pederastia” dijo Malaclypse. “Y nadie lo sabe mejor que tú y yo”.



“¿Conoció a Jesús?” preguntó Joe, sobrecogido a pesar de su escepticismo.



Malaclypse sonrió. “Yo fui Jesús”.



El Padre Pederastia revoleó las manos y saltó en el sofá. “¡Estás hablando demasiado!”.



“Para mí la confianza es total o inexistente” dijo Malaclypse. “Percibo que puedo confiar en Joe. Yo no fui el Jesús original, el que crucificaron. Esto sucedió varios siglos después de experimentar una iluminación trascendental en Melos. Andaba por Judea, fingiendo ser un comerciante griego, cuando crucificaron a Jesús. Conocí y hablé con algunos de sus seguidores el día que murió. Si piensas que el cristianismo es una religión sangrienta, figúrate que no es nada en comparación a lo que hubiese sido si Jesús no hubiera regresado. Si los diecisiete apóstoles originales - cinco de ellos fueron borrados de los registros - hubieran sido librados a su destino, habrían pasado del terror y el espanto ante la muerte de Jesús, a la furia vengativa. Habría sido como si el Islam hubiese aparecido con siete siglos de anticipación. En vez de tomar lentamente el Imperio, preservando intacta gran parte del mundo grecorromano, habrían convulsionado y movilizado el oriente, destruyendo la civilización occidental y reemplazándola por una teocracia más opresiva que la del Egipto faraónico. Yo lo evité con un par de trucos mágicos. Apareciéndome como Jesús resucitado, les enseñé que no había necesidad de odio y venganza después de mi muerte. Incluso intenté enseñarles, mediante el Bingo, que la vida es un juego. Hasta hoy nadie lo comprende, y los críticos lo llaman la parte comercial de la Iglesia ¡La rueda sagrada del Tarot! ¡El Mandala activo! A pesar de mi influencia, el cristianismo se enfocó obsesivamente en la crucifixión de Jesús - lo cual es irrelevante a lo que él enseñaba mientras estaba vivo -, y se transformó en una especie de culto a la muerte. Cuando Pablo fue a Atenas y se vinculó a los Illuminati, que utilizaban la Academia como una cortina, la combinación entre la ideología de Platón y la mitología del Cristo devino en un golpe mortal al humanismo pagano, y sentó las bases de los Súper Estados del mundo moderno. Luego de eso, cambié nuevamente mi apariencia, adopté el nombre de Simon Magus, y obtuve cierto éxito desparramando ideas contradictorias sobre el cristianismo”.



“O sea que puedes cambiar tu apariencia a voluntad” dijo Joe.



“Oh, seguro. Proyectando el pensamiento, soy más rápido que nadie”. Se metió el dedo meñique en la nariz, y comenzó a hurgarla. Joe se envaró; le disgustaba la gente que se hurgaba la nariz en público. Miró resueltamente por encima del hombro izquierdo de Malaclypse. “Ahora que sabes lo que sabes, Joe, es tiempo de que comiences a trabajar con nosotros. Como sabes, Chicago es el nervio central de los Illuminati en este hemisferio, así que usaremos esta ciudad para ensayar con el AUM, una nueva droga con propiedades asombrosas, si los científicos del FLE están en lo correcto. Se supone que convertirá a los neófobos en neófilos”.



Simon se golpeó la frente, gritó “¡Guau, man!” y comenzó a reír a carcajadas. Pederastia lanzó un grito sofocado y silbó.



“Parece que Joe está en blanco” dijo Malaclypse. “¿Nadie te explicó que la humanidad está dividida en dos genotipos distintos? Están los neófobos, que rechazan las ideas nuevas y aceptan solamente lo conocido, y los neófilos, que aman las cosas nuevas, los cambios, los inventos, y las innovaciones. Durante los primeros cuatro millones de años de historia de la humanidad, todos los seres humanos eran neófobos, por eso la civilización no se desarrolló. Todos los animales son neófobos. Solamente una mutación puede cambiarlos. El instinto es simplemente el comportamiento natural del neófobo. La mutación neófila apareció aproximadamente hace cien mil años, y se aceleró hace treinta mil años atrás. De cualquier manera, nunca hubo más que un puñado de neófilos en todo el planeta. Los mismos Illuminati nacieron de uno de los conflictos más antiguos que se tengan registros entre neófilos y neófobos”.



“Interpreto que los Illuminati intentaban detener el progreso”, dijo Joe. “¿Es esa su meta?”.



“Todavía piensas como un liberal”, dijo Simon. “A nadie le importa un carajo el progreso”.



“Correcto”, dijo Malaclypse. “Ellos son innovadores en ese punto. Todos los Illuminati fueron y son neófilos. Incluso hoy en día, ellos consideran que su trabajo es progresista. Quieren convertirse en dioses. El ser humano tiene la capacidad, a través de los métodos adecuados, de transformarse en una masa de pura energía sensible, un estado más o menos permanente. El proceso fue llamado Iluminación Trascendental, para diferenciarlo de la adquisición de la visión interna sobre la verdadera naturaleza del hombre y del universo, que es la Iluminación ordinaria. Yo atravesé la iluminación trascendental, y estoy compuesto enteramente de energía, como habrás adivinado. Sin embargo, antes de convertirse en campos de energía, a menudo los hombres caen víctimas del orgullo desmesurado. Sus acciones provocan dolor a los demás, y se vuelven insensibles, destructivos, e irracionales. El método más seguro para obtener la iluminación trascendental es el sacrificio humano masivo. Por supuesto, ése sacrificio puede estar enmascarado de otras cosas, por ejemplo como una guerra, como hambruna o una plaga. La visión de San Juan de los Cuatro Jinetes no fue otra cosa que la visión de una iluminación trascendental masiva”.



“¿Cómo la obtuvo usted?” preguntó Joe.



“Yo estuve presente cuando los atenienses masacraron a todos los hombres de la ciudad de Melos, en el año 416 A. C. ¿Has leído a Tucídides?”.



“Hace mucho”.



“Bien, Tucídides no lo comprendió muy bien. Él lo representó como una atrocidad absoluta, pero hubo circunstancias atenuantes. Los melianos apuñalaban por la espalda a los soldados atenienses, los envenenaban, y los emboscaban. Algunos trabajaban para los espartanos, y otros estaban del lado de Atenas, pero los atenienses no sabían en quién confiar. No querían realizar una matanza innecesaria, pero querían volver vivos a Atenas. Así que un día cercaron a todos los hombres en la plaza de Melos y los hicieron pedacitos. Las mujeres y los niños fueron vendidos como esclavos”.



“¿Qué hizo usted?” preguntó Joe. “¿Estaba con los atenienses?”.



“Si, pero no participé de la matanza. Yo era sacerdote. De la fe Erisiana, por supuesto. Pero estaba preparado para realizar servicios para Hermes, Dionisos, Heracles, Afrodita, Atenea, Hera y algunos otros dioses del Olimpo. Casi enloquecí de terror - no comprendía que la Pangenitora también es Pánfaga -. Recé a Eris para que me asistiera, o para que asistiese a los melianos, o para que hiciese algo, y ella respondió”.



“Salve, Creadora” dijo Simon.



“Estoy casi convencido” dijo Joe. “Pero cada tanto me entra la sospecha de que usted simplemente está interpretando la rutina del ‘hombre milenario’, y que el blanco de la broma soy yo”.



Malaclypse se puso de pié sonriendo. “Ven aquí, Joe”.



“¿Para qué?”.



“Solamente ven aquí”. Separó los brazos de sus costados, con las palmas vueltas hacia Joe, invitándolo. Joe se acercó y se paró frente a él.



“Tócame” dijo Malaclypse.



“Oh, vamos” dijo Joe. Pederastia soltó una risita. Malaclypse simplemente le observaba con una sonrisa cálida y alentadora, así que Joe estiró el brazo para tocarle la camisa. Su mano no sintió nada. Cerró los ojos para verificarlo. No había ningún tipo de sensación táctil. Aire limpio. Todavía con los ojos cerrados, adelantó la mano un poco más. Cuando abrió los ojos y observó que tenía el brazo metido hasta el hombro dentro del cuerpo de Malaclypse, estuvo a punto de vomitar.



Saltó hacia atrás. “No puede ser una proyección. Me gustaría creer que es un holograma animado, pero la ilusión es demasiado perfecta. Me está mirando. A mis ojos, usted está aquí, indudablemente”.



“Intenta con un par de golpes de karate”dijo Malaclypse. Obedientemente, Joe movió su mano como una guadaña a través de la cintura, el pecho y el cráneo de Malaclypse. Al final, atravesó la cabeza del ser con un golpe descendente.



“Suspendo mi juicio” dijo Joe. “Tal vez usted sea lo que dice ser. Pero es difícil de asimilar ¿Puede sentir algo?”.



“Puedo crear órganos sensoriales transitorios cuando así lo deseo. Puedo disfrutar y sentir exactamente lo mismo que cualquier ser humano. Pero mi forma básica de percepción es una variedad muy avanzada de lo que ustedes llaman intuición. La intuición es un tipo de sensibilidad mental hacia los eventos y sus procesos; mi receptor intuitivo está altamente desarrollado, y es completamente controlable”.



Joe volvió a su silla y se sentó sacudiendo la cabeza. “Usted ciertamente se encuentra en una posición envidiable”.



“Como dije, esta es la verdadera razón del sacrificio humano”. Él también tomó asiento, y ahora, Joe notó que el suave tapizado del sillón no se hundía bajo su peso. Parecía descansar sobre la superficie de los cojines. “Cualquier muerte violenta o repentina libera un estallido de energía conciente que puede ser controlado y canalizado como cualquier otro tipo de energía explosiva. Todos los Illuminati desean convertirse en dioses. Esa ha sido su ambición desde siempre”.



“Para lo cual deben cometer un homicidio masivo” dijo Joe, pensando en bombas nucleares, cámaras de gas, y en armas químicas y biológicas.



Malaclypse asintió. “No es que los desapruebe en sentido moral, ya que la moral es puramente ilusoria. Pero, personalmente, me repugnan ese tipo de cosas. Aunque cuando has vivido tanto tiempo como yo, pierdes tantos amigos y amores que es imposible no considerar la muerte de un ser humano como un asunto sin importancia. Es así. Y, como obtuve mi inmortalidad e inmaterialidad como resultado de un asesinato en masa, sería hipócrita de mi parte juzgar a los Illuminati. No condeno la hipocresía, a pesar de que me disgusta particularmente. Lo que digo es que los métodos de los Illuminati son estúpidos y sin sentido, ya que todo está en todos, así que ¿Por qué joder con esas cosas? Es absurdo intentar convertirse en algo más, cuando no hay algo más en qué convertirse”.



“Ese tipo de afirmaciones simplemente están más allá de mi comprensión” dijo Joe. “No sé, tal vez sea por mi entrenamiento como ingeniero. Pero incluso luego de mi iluminación parcial en San Francisco con el Dr. Iggy, éste tipo de charlas no tienen sentido para mí”.



“Pronto sabrás más” dijo Malaclypse. “Sobre la historia de la humanidad, y sobre ciertos conocimientos esotéricos que han estado ocultos durante mas de diez mil años. Eventualmente conocerás absolutamente todo lo que es posible conocer”.



(Tobias Knight, el agente del FBI que monitoreaba los micrófonos ocultos en la casa del Dr. Mocenigo, escuchó el disparo al mismo tiempo que Carmel. “¿Qué carajo…?” dijo en voz alta, enderezándose en la silla. Había oído que abrían la puerta, escuchó pasos, y estaba esperando escuchar una conversación… entonces, sin previo aviso, oyó el disparo. Y una voz que dijo “Lo lamento Dr. Mocenigo. Usted fue un gran patriota, y no merecía morir como un perro. Pronto le haré compañía”. Se escucharon un par de pasos y algo más… Knight reconoció el sonido: líquido derramado. Los pasos y el derrame del líquido continuaron, y saliendo abruptamente de su estado de shock, Knight encendió el intercomunicador. “¿Knight?” preguntó una voz que reconoció como la de Esperando Despond, el agente especial a cargo en Las Vegas. “La casa de Mocenigo…” dijo Knight crispado. “Manden allí a todo el equipo, rápido. Algo está sucediendo: hay una víctima fatal”. Soltó el intercomunicador, y escuchó paralizado los pasos y el sonido del líquido, ahora mezclados con un canturreo débil. El hombre estaba haciendo un trabajo desagradable, pero trataba de mantener la calma. Finalmente, Knight reconoció la melodía: “Camptown Races”. El tarareo, los pasos y el sonido del líquido continuaron: “Do-da, do-da”. Entonces, la voz habló nuevamente “Habla el General Lawrence Stewart Talbot, a la CIA, el FBI, o quien sea que tenga bichos en esta casa. Hoy, a las dos de la mañana, descubrí que varias personas de nuestro proyecto Ántrax Lepra Pi accidentalmente fueron expuestas al contagio. Todos ellos viven en la instalación, y pueden ser aislados fácilmente mientras el antídoto hace su trabajo. Ya he dado las órdenes pertinentes al caso. Sin saber que había recibido la peor dosis, el Dr. Mocenigo se encontraba en un estado mórbido avanzado y a pocos minutos de la muerte cuando llegué aquí. Toda su casa debe ser quemada, obviamente, y yo estoy más allá de toda salvación, debido a la proximidad cuando me acerqué a examinarlo. Por lo tanto, me suicidaré después de prender fuego la casa. Pero todavía hay un problema. Encontré evidencia de que una mujer estuvo en la cama del Dr. Mocenigo más temprano - eso es lo que conseguimos al permitir que la gente importante viva fuera de la base -, deben hallarla, suministrarle el antídoto, y deben rastrear a cada uno de sus contactos. No hace falta decir que todo esto debe hacerse subrepticiamente, o habrá pánico a nivel nacional. Díganle al presidente que mi mujer reciba las medallas por esto. Díganle a mi mujer, que con mi último aliento, insisto que ella estaba equivocada con respecto a esa chica en Red Lion, Pennsylvania. Creo firmemente que éste es el mejor país en la historia del mundo, y que todavía puede ser salvado si el Congreso encarcela a esos malditos universitarios de una vez por todas ¡Dios bendiga a América!”. Hubo un ruido rasposo - ¡Dios mío! pensó Knight ¡Un fósforo! -, y el sonido de las llamas, en medio de las cuales el General Talbot intentó añadir una posdata incomprensible, debido a que  estaba gritando. Finalmente, hubo un segundo disparo y los gritos cesaron. Knight levantó la cabeza, con los dientes apretados y lágrimas reprimidas en sus ojos fríos. “Fue un gran patriota” dijo en voz alta).



Entre cigarros y brandy, luego de que George fuera enviado a la cama para entretenerse  con Tarantella, Richard Jung preguntó con sinceridad “¿Cuán seguros están de que estos Discordianos pueden competir contra los Illuminati? El partido está bastante avanzado como para cambiar de equipo”.



Drake giró hacia Maldonado. “Cuéntale sobre Italia en el siglo XIX” dijo.



“Los Illuminati solo son hombres y mujeres” respondió Maldonado. “Más mujeres que hombres, de hecho. Fue Eva Weishaupt quien comenzó todo el show; Adam actuó como su portavoz, simplemente porque la gente está acostumbrada a recibir órdenes dictadas por hombres. Este asunto de la Atlántida, en gran parte, es pura mierda. Todos los que creen en la Atlántida sitúan allí el origen de su familia, clan, o grupo. Incluso algunos viejos Dones de la Mafia intentan emplazar allí el comienzo de la Cosa Nostra. Puras estupideces. Al igual que los WASPs, que dicen ser todos descendientes de los que venían en el Mayflower. Por cada uno que puede demostrarlo, como el señor Drake, hay cientos que solo están fanfarroneando”.



“Verás,” continuó Maldonado con más intensidad, masticando ferozmente su cigarro, “originalmente, los Illuminati, solo eran - cómo llamarles -… una especie de frente para la liberación femenina del siglo XVIII. Detrás de Adam Weishaupt, estaba Eva; detrás de Godwin, quien dio inicio al socialismo y al anarquismo con su libro Justicia Política, estaba su amante Mary Wollstonecraft, quien comenzó la revolución femenina con su libro llamado, eh…”



Reivindicación de los Derechos de la Mujer” contribuyó Drake.



“Eso. Pusieron a Tom Paine a escribir sobre la liberación femenina, y también a defender su Revolución Francesa y a intentar importarla aquí. Pero fallaron, y no obtuvieron un control importante sobre los EEUU hasta que engatusaron a Woody Wilson para que creara la Reserva Federal en 1914. Así es como actúan habitualmente. En Italia tenían un frente llamado Haute Vente, tan secreto, que Mazzini fue miembro toda la vida y nunca supo que las órdenes venían de Baviera. Mi abuelo me contó sobre aquellos días. Teníamos una pelea a tres bandos. Los Monárquicos por un lado, el Haute Vente y los anarquistas llamados Liberteri en el otro, y la Mafia en el medio, intentando esquivar los golpes, y tratando de ver de qué lado del pan estaba la manteca ¿Me sigues? Entonces, los Liberteri se separaron de Haute Vente y la pelea fue a cuatro bandos. Los libros de historia lo cuentan tal cual fue, pero no mencionan quién manejaba Haute Vente. Entonces apareció la vieja Ley de los Cincos, y los Facisti entraron como quinto bando en la contienda ¿Quién ganó? No fueron los Illuminati, por cierto. Solamente manipulando al gobierno de Inglaterra para desalentar los planes de paz de Mussolini, y utilizando a Hitler para meter a Benito en el eje Berlín-Tokio, los Illuminati recién tuvieron cierto tipo de control sobre Italia luego de 1937. Cuando hicimos el trato con la CIA - por aquel entonces se llamaba OSS -, Luciano salió de la cárcel, y recuperamos a Italia asesinando a Mussolini”.



“¿Y cuál es el punto de todo esto?” preguntó Jung fríamente.



“El punto es,” dijo Maldonado, “que la Mafia ha luchado contra los Illuminati durante más tiempo del que hemos estado de su lado, y todavía hacemos negocios, y tenemos más fuerza que nunca. Créeme, ladran más de lo que muerden. Todo el mundo les tiene miedo porque saben un poco de magia. Hemos tenido magos y belladonas - brujas - en Sicilia, antes de que Paris se calentara con Helena, y puedo dar fe de que un balazo los deja tan muertos como a cualquier otra persona”.



“Los Illuminati pueden morder,” intervino Drake, “pero opino que desaparecerán junto a la Era de Piscis. Pienso que los Discordianos representan el cambio Acuariano”.



“Oh, no empiecen con la cosa mística,” dijo Jung, “ahora comenzarán a recitarme el I Ching, como mi padre”.



“Eres del tipo anal, como casi todos los contadores” replicó Drake con frialdad. “Y para colmo capricorniano. Con los pies en la tierra y conservador. No intentaré persuadirte con respecto a estos temas. Pero toma mi consejo: no llegué a donde estoy por ignorar hechos significativos que no encajaban en mi contaduría. E, incluso en el terreno de la contaduría, tengo razones para creer que los Discordianos pueden ofrecer más que los Illuminati. Y esas razones se remontan a varios meses antes de la aparición de esas maravillosas estatuas que trajeron hoy”.



Más tarde, en la cama, Drake dio vueltas al tema en su cabeza, y lo miró desde distintos ángulos. Recordó las palabras de Lovecraft: “Le ruego que recuerde la actitud de estos grupos hacia sus sirvientes”. Básicamente se trataba de eso. Era un hombre viejo, y estaba cansado de ser su sirviente, su satélite. Cuando tenía treinta y tres años estaba listo para caerles encima y apoderarse de ellos, como una vez había hecho Cecil Rhodes. Pero, de alguna forma, solo consiguió tomar un sector de su imperio. Si bien había sido más dueño de los Estados Unidos que cualquier presidente durante cuatro décadas, no podía decir que era dueño de sí mismo. Hasta esa misma noche, cuando firmó su Declaración de Independencia al unirse a los Discordianos. El otro Jung, el alter Zauber de Zurich, había intentado advertirle algo sobre el poder una vez, pero él lo desechó considerándolo basura sentimental. Ahora intentaba recordarlo… y, de repente, los viejos días volvieron: Klee y sus pinturas numinosas, el Viaje a Oriente, y el viejo Crowley diciendo “Claro, mezclar el sendero de la mano izquierda y el de la mano derecha, es peligroso. Pero si temes arriesgarte, vuelve a donde Hesse, Jung y esas otras viejas quejosas. Su camino es seguro, el mío no. Pero puedo decir que yo tengo poder verdadero, y ellos solo tienen sueños”. Pero los Illuminati aplastaron a Crowley y destruyeron a Willie Seabrook cuando ambos revelaron demasiado. “Le ruego que recuerde la actitud de estos grupos hacia sus sirvientes”. Maldita sea, ¿Qué era lo que Jung había dicho sobre el poder?



Dio vuelta la tarjeta, y en el dorso había una dirección en Beacon Hill con las palabras “Esta noche, 8:30”. Miró al portero, quien retrocedió con cortesía, diciendo “Gracias señor Drake” sin rastros de ironía en su rostro o en su voz. En contraste, no le sorprendió en absoluto que el Gran Maestro que conoció aquella noche, uno de los cinco Illuminati Primi de los EEUU, fuera un oficial del Departamento de Justicia. (¿Qué había dicho Jung sobre el poder?). “Un par de ellos deberán caer. Lepke, por ejemplo. Tal vez Luciano, también”. Nada de adornos místicos: simplemente una junta de negocios. “Nuestro interés es el mismo que el suyo: incrementar el poder del Departamento de Justicia. Las otras áreas del gobierno comenzarán a expandir su poder de igual manera cuando entremos en la guerra”. Drake recordó su excitación: todo era como lo había previsto. El final de la República, el amanecer del Imperio.



“Y luego de Alemania, ¿Rusia?” preguntó Drake una vez.



“Muy bien; usted es perspicaz” respondió el Gran Maestro. “El señor Hitler, por supuesto, solo es un médium. Virtualmente no posee un ego propio. Usted no tiene idea de cuán crédulos y prosaicos son ese tipo de personas, salvo cuando tienen la Inspiración adecuada. Naturalmente, su frágil ego colapsará, se volverá sicótico, y ya no tendremos control sobre él. Estamos preparados para ayudarlo a caer. Nuestro verdadero interés actual está aquí. Déjeme mostrarle una cosa. Nosotros no trabajamos en líneas generales; nuestros planes siempre son específicos, hasta el último detalle”. Le dio a Drake unos papeles. “La guerra probablemente terminará en 1944/45. En dos años, tendremos a Rusia en el bolsillo. Lea esto con atención”.



Drake leyó lo que sería el Acta de Seguridad Nacional de 1947. “Esto invalida la Constitución” dijo, cerca del éxtasis.



“Casi. Y créame señor Drake, para 1946 o 47, el Congreso y el público estarán listos para aceptarla. El Imperio Americano está más cerca de lo que usted imagina”.



“¿Y que hay de los neutrales y los pacifistas, como el Senador Taft y su grupo?”



“Se marchitarán. Cuando el comunismo reemplace al fascismo como enemigo número uno, nuestros conservadores pueblerinos estarán listos para aventuras globales a una escala tal, que harán bailar las cabezas de los pobres liberales del señor Roosevelt. Confíe en mí. Tenemos cada detalle controlado con precisión. Déjeme mostrarle adonde estará localizado el nuevo gobierno”.



Drake observó el plano y meneó la cabeza. “Algunas personas reconocerán lo que significa el pentágono” dijo dubitativamente.



“Los tomarán por locos supersticiosos. Éste edificio será construido dentro de unos pocos años. Se convertirá en la policía del mundo. Nadie se atreverá a cuestionar sus acciones o juicios sin ser denunciado como traidor. Dentro de treinta años, señor Drake, dentro de treinta años, quienquiera que intente restaurar el poder al Congreso, será vilipendiado y rechazado, no por los liberales, si no por los conservadores”.



“Dios santo” dijo Drake.



El Gran Maestro se levantó y caminó hasta un antiguo globo terráqueo casi tan grande como la cabeza de King Kong. “Elija un punto, señor Drake. Cualquier punto. Le garantizo que dentro de treinta años habrá tropas americanas allí. El Imperio que usted soñó mientras leía a Tácito”.



Por un instante, Robert Putney Drake se sintió humillado, incluso luego de reconocer el truco: utilizando un mínimo ejemplo de telepatía, leyendo a Tácito en su cabeza, logró el clímax de la presentación de su sueño majestuoso. Por fin comprendió de primera mano el espanto que los Illuminati provocaban tanto en sus servidores como en sus enemigos.



“Habrá oposición” continuó el Gran Maestro, “durante los ‘60s, y especialmente a principio de los ‘70s. Ahí es donde su idea de un sindicato del crimen unificado encaja en nuestro plan. Para aplastar a la oposición, necesitamos un Departamento de Justicia equivalente en muchas maneras a la Gestapo de Hitler. Si su esquema funciona - si la Mafia puede ser unificada en un sindicato que no esté enteramente bajo el control de los sicilianos, y que pueda albergar a otros grupos bajo el mismo paraguas - tendremos un cártel de delincuencia a nivel nacional. Entonces, el mismo público exigirá el tipo de Departamento de Justicia que necesitamos. Para mediados de la década de 1960, los micrófonos y las escuchas telefónicas serán tan comunes, que el concepto de privacidad será arcaico”. Inquieto y desvelado, Drake pensó en lo bien que había funcionado todo; ¿Por qué, entonces, se rebelaba contra ello? ¿Por qué no le producía placer? ¿Y qué había dicho Jung sobre el poder?



Richard Jung, vistiendo el viejo sweater de Carl Jung y fumando en su pipa, dijo “…y mañana el sistema solar”. La habitación estaba abarrotada de conejos blancos, conejitas de Playboy, Bugs Bunny, el hombre lobo, miembros del KKK, mafiosos, Lepke (con ojos acusadores), un lirón, el Sombrerero Loco, el Rey de Corazones, el Príncipe de Bastos, y Jung, que sobre el tumulto gritaba “Billones para alcanzar la Luna. Trillones para llegar a Marte. Todos vertidos en nuestras corporaciones. Mejor que el circo romano”. Linda Lovelace lo codeó en un costado. “Llámame ismaelita” dijo ella sugestivamente; pero Jung le alcanzó a Drake el esqueleto de un niño de Biafra. “Para el banquete de Petruchio,” explicó, y sacó una boleta. “Actualmente,” comenzó a leer “poseemos el setenta y dos por ciento de los recursos del planeta, y el cincuenta y uno por ciento de las tropas armadas del mundo están bajo nuestra dirección. Toma” dijo, pasándole el cuerpo de un niño que había muerto en los Apalaches, “métele una manzana en la boca”.



Una conejita le alcanzó a Drake una ametralladora Thompson de 1923, el modelo que había sido llamado rifle automático porque el Ejército no tenía fondos para comprar ametralladoras ese año. “¿Para que es?” preguntó Drake confundido. “Debemos defendernos” respondió la conejita. “Hay una muchedumbre en la entrada. Una muchedumbre furiosa. Un astronauta llamado Espartaco los lidera”. Drake le pasó el arma a Maldonado, y trepó por la escalera a su helipuerto privado. Pasó por el lavadero, por el laboratorio (donde el Dr. Frankenstein le colocaba electrodos en la mandíbula a Linda Lovelace), y salió al campo de golf, en donde lo esperaba el avión con la puerta de la cabina abierta.



Estaba escapando en su 747 particular, y al mirar hacia abajo, pudo ver Panteras Negras, chicos universitarios, mineros hambrientos, indios, vietnamitas, y brasileros: un ejército enorme que saqueaba su estancia. “Deben haber visto los fnords” le dijo al piloto. Pero el piloto era su madre, y verla lo puso furioso. “¡Me dejabas solo!” gritó. “Siempre me dejabas para ir a esas malditas fiestas con papá. Nunca tuve una madre, solamente una niñera negra detrás de otra. ¿Tan importantes eran esas fiestas de mierda?”.



“Oh” dijo ella sonrojándose. “¿Cómo puedes usar ese lenguaje frente a tu madre?”.



“Al carajo con eso. Lo único que recuerdo es tu perfume en el aire, y que cada vez que te llamaba venía alguna extraña cara negra”.



“Eres tan infantil” dijo ella con tristeza. “Toda tu vida has sido un bebote”. Y era verdad: estaba vestido solamente con pañales. Un vicepresidente de la Firma Morgan lo miraba con asombro. “Sr. Drake, ¿Realmente cree que ese sea el atuendo adecuado para una importante reunión de negocios?”. A su lado, Linda Lovelace se agachaba extasiada para besar los ardores secretos de Ismael. “La estamos pasando realmente bien” dijo el vicepresidente, entre risitas tontas.



“Oh, váyanse todos a la mierda,” gritó Drake. “Tengo más dinero que todos ustedes”.



“El dinero se ha ido” dijo Carl Jung con la barba de Freud. “¿Qué tótem usarás ahora para defenderte de tu inseguridad, y de las cosas que no te dejan dormir?”. Hizo una mueca de desprecio. “¡Qué códigos tan infantiles! MAFIA - Morte Alla Francia Italia Anela. Conservas Canadienses Viandas Bean - Cinco Consagrados Videntes Bávaros. Annuit Coeptis Novus Ordo Seclorum - Anti Cristo, Nuestro Ominoso Salvador. A bailar herido, nuevo waltz: niño, danza al tiempo kerosén - Asmodeus, Belial, Hastur, Nyarlathotep, Wotan, Niggurath, Dholes, Azathoth, Tindalos, Kadith ¡Un juego de niños! ¡Glasspielen!”.



“Bien, si eres tan listo, dime: ¿Quiénes son los Cinco actuales?”, preguntó Drake malhumorado.



“Groucho, Chico, Harpo, Zeppo, y Gummo”, dijo Jung, montado en un triciclo. “Los Illuminati son los pechos de tu madre, mamón” añadió Albert Hoffman, pedaleando en una bicicleta detrás de Jung.



Drake despertó mientras el Ojo se cerraba. Durante un instante todo fue claro, sin necesidad del trabajo arduo que había derrochado en las palabras del Holandés. Maldonado, de pié al lado de la cama, con el rostro de Karloff, dijo “Merecemos estar muertos”. Si: eso es lo que sientes cuando descubres que eres un robot y no un hombre, como Karloff en la última escena de La Novia de Frankenstein.



Despertó nuevamente, y esta vez estaba realmente despierto. Era claro, claro como el cristal, y no sentía remordimientos. Desde el cielo sobre Long Island llegó el primer rugido distante de un trueno, y supo que aquella era una tormenta que no entendería ningún científico menos hereje que Jung o que Wilhelm Reich. “Nuestro trabajo,” escribió Huxley antes de morir, “es despertar”.



Drake se puso la bata apresuradamente, y salió hacia el hall isabelino. La casa y el terreno habían costado quinientos mil dólares, y aquella solo era una de sus ocho estancias. Dinero ¿De qué servirá cuando Nyarlathotep aparezca y “las bestias se acurruquen ante él y laman sus manos” (como había escrito aquel maldito estúpido de Lovecraft)? ¿De qué servirá cuando “el dios del Caos, ciego e idiota, barra a la Tierra como polvo”?



Abrió la puerta del dormitorio de George. Bien: Tarantella se había ido. El trueno retumbó nuevamente, y su propia sombra proyectada sobre la cama le recordó otra vez a las películas de Karloff.



Se inclinó sobre el lecho y sacudió suavemente el hombro de George. “Mavis” dijo el muchacho. Drake se preguntó quién sería Mavis; si George estaba soñando con ella luego de una sesión con la ex Illuminatus Tarantella, seguramente debía tratarse de alguien terrible ¿O Mavis era otra ex Illuminatus? Últimamente muchos de ellos se estaban uniendo a los Discordianos, conjeturó. Volvió a sacudir el hombro de George vigorosamente.



“Oh, no, no puedo acabar otra vez” dijo George. Drake le dio otra sacudida, y un par de ojos aturdidos y asustados se abrieron para mirarlo.



“¿Qué?”.



“Arriba” gruñó Drake tomándolo por las axilas, obligándolo a sentarse. “Fuera de la cama” añadió jadeando, arrastrando al joven hasta el borde.



Drake veía a George como desde abajo del agua. Maldita sea, esa cosa ya entró en mi mente. “Debes irte” dijo, “corres peligro aquí”.



23 de Octubre de 1935: Charley Workman, Mendy Weiss y Jimmy la Fiera abrieron las puertas de El Palacio de La Chuleta y, siguiendo las órdenes (masacren), comenzaron a dispararel plomo llovió; y una lluvia como plomo estaba golpeando las ventana de George, “Cristo, ¿Qué es eso?”, preguntó. Drake lo puso de pié y le alcanzó los calzones, diciendo “¡Apresúrate!”. Charley el Bicho revisó los tres cuerpos: Abadaba Berman, Lulú Rosenkrantz y un desconocido. Ninguno era el Holandés. “Dios mío, la cagamos,” dijo, “Dutch no está aquí”. En los callejones del sueño, una conmoción daba comienzo: mientras se inyectaba, Albert Stern recordó súbitamente su fantasía de asesinar a alguien de la talla de John Dillinger. “El trono”, dijo Mendy Weiss excitado; cada vez que hacía este tipo de trabajos tenía una erección. “El hombre es un gigante obligado a vivir en la choza de un pigmeo” dijo Drake. “¿Qué significa eso?” preguntó George. “Significa que somos unos tontos” respondió Drake, excitado al oler a aquella Vieja Prostituta, la Muerte “especialmente aquellos que intentamos actuar como gigantes sometiendo a otros dentro de la choza, en vez de derrumbar las malditas paredes. Carl Jung me lo dijo, aunque en lenguaje más elegante”. El pene bamboleante de George atrapó su atención: la homosexualidad (algo ocasional en Drake), la heterosexualidad (su estado normal), y su nueva lujuria por la Vieja Prostituta lo estaban excitando. Cuando escuchó los disparos, el Holandés soltó su pene y buscó su arma, mientras la orina le salpicaba los zapatos. Giró, sin poder dejar de mear, cuando Albert Stern apareció en la puerta y disparó antes de que Dutch levantara el arma. Cayó hacia atrás y vio que en realidad se trataba de Vince Coll, un fantasma. “Oh, mamá, mamá, mamá” dijo tendido sobre sus propios orines.



“¿Adónde vamos?” preguntó George, abotonándose la camisa.



“Tú vas” dijo Drake. “Baja las escaleras, sal por la puerta de atrás y ve al garage. Aquí están las llaves de mi Rolls Royce. Ya no me serán de utilidad”.



“¿Por qué no vienes?” protestó George.



“Merecemos morir”, dijo Drake, “todos en esta casa”.



“Hey, es una locura. No me importa qué hayas hecho, pero estás inmerso en un viaje de culpabilidad, y eso siempre es una locura”.



“Estuve inmerso en un viaje, como tú dices, más loco que éste durante toda mi vida” dijo Drake con calma. “El viaje del poder, ¡Ahora muévete!”.



“George, no hagas movimientos torpes” dijo el Holandés. “Está hablando” susurró el Sargento Luke Conlon, al pié de la cama del hospital; el oficial estenógrafo, F. J. Long, comenzó a tomar notas. “¿Qué le han hecho?” continuó el Holandés, “Oh, mamá, mamá, mamá. Oh, detenlo. Oh, oh, oh, seguro. Seguro, mamá”. Drake se sentó al lado de la ventana y, demasiado nervioso para un habano, encendió uno de sus infrecuentes cigarrillos. Ciento cincuenta y siete, pensó, recordando su última anotación en la libreta. Ciento cincuenta y siete mujeres ricas, una esposa, y diecisiete chicos.



Y ni siquiera una vez hice contacto verdadero, ni siquiera una vez derrumbé los muros… ahora el viento y la lluvia afuera eran ensordecedores… ciento cuarenta mil millones de dólares, ciento treinta mil millones ilegales y libres de impuestos; más que Getty o que Hunt, aunque no pueda hacerlo público. Y aquel chico árabe en Tánger que metió sus manos en mis bolsillos antes de chupármela, el perfume de mi madre, las horas y horas en Zurich intentando descifrar las palabras del Holandés.



En el exterior de la caballeriza de alquiler de Flegenheimer, Phil Silverberg fastidia al joven Arthur Flegenheimer en 1913, levantando las ganzúas fuera de su alcance y preguntando, burlón “¿de veras crees que eres lo suficientemente grande como para meterte en una casa por tu cuenta?”. En el hospital de Newark, el Holandés grita furioso “mira Phil, la diversión es diversión”. Los diecisiete representantes Illuminati desaparecieron en la oscuridad; el de la cabeza de macho cabrío retornó de repente. “¿Qué sucedió con los otros dieciséis?” preguntó Dutch a la pared del sanatorio. La sangre de su brazo manchaba la venda. “Oh, él lo hizo. Por favor” rezongó confusamente. El Sargento Conlon miró perplejo al estenógrafo Long. Los relámpagos parecían oscuridad, y la oscuridad parecía luz. Se está apoderando completamente de mí, pensó Drake mirando por la ventana.



Me aferraré a mi cordura, juró Drake silenciosamente ¿Cómo era esa canción de rock sobre Jesús que escuché la otra vez?



“Solamente hay cinco pulgadas entre la felicidad y yo” ¿Así era? No, eso era de Garganta Profunda. La blancura de la ballena.



Las aguas cubrieron su visión otra vez: obviamente era la canción incorrecta. Debo llegar a él para unir las fuerzas. No, maldición, ese pensamiento no es mío. Es el de él. Está emergiendo de las aguas. Debo erguirme, debo erguirme para unir las fuerzas.



Dillinger dijo “tienes razón, Dutch. Que se vayan a la mierda los Illuminati. Que se vaya a la mierda la Mafia. Los Justificados Ancianos de Mummu estarán felices de recibirte”. El Holandés miró al Sargento Conlon a los ojos y preguntó “oh, vamos John ¿No habrás creído todo el cuento? Les prometiste un millón, seguro. Vete, ojala lo hubiera sabido”.



“Por favor, hazlo rápido. Rápido y con furia. Por favor. Rápido y con furia. Ayúdame a salir”.



Debí haber salido en el ‘42, cuando supe por primera vez lo de los campos de concentración, pensó Drake. Hasta ese momento nunca creí que hablaran en serio. Y luego, Hiroshima ¿Por qué me quedé después de lo de Hiroshima? Era tan obvio, igual a lo descrito por Lovecraft: el dios del Caos, ciego e idiota, barrió la Tierra como polvo. En el ‘35 supe el secreto: si un burdo matón como Dutch Schultz tenía a un gran poeta enterrado en su pecho, ¿Qué era lo que iba a liberarse si cada hombre miraba a la Vieja Prostituta a los ojos? Traicioné a mi país, a mi planeta, y peor aún, traicioné a Robert Putney Drake, el gigante de la psicología que asesiné cuando usé el secreto para adquirir poder, en vez de usarlo para curar.



Veo a los plomeros, a los limpiadores de fosas sépticas, la ausencia de color del ateísmo multicolor. Soy el lugarteniente del Destino: actúo por impulso. Blanco, vacío Blanco. El ojo de Ahab. A cinco pulgadas de la felicidad, siempre la Ley de los Cincos. Ahab es arrastrado hacia abajo, hacia abajo.



“Eso de que son Bávaros es pura mentira” dijo Dillinger. “Casi todos son ingleses desde que Rhodes tomó el mando en 1888. Y ya se han infiltrado en la Justicia, en el Estado y en el Ministerio de Trabajo, así como en la Tesorería Nacional. Esa es la gente con la que estás jugando a la pelota. Y déjame decirte lo que planean hacer con ustedes, los judíos, en esta guerra que están preparando”.



“Escucha,” interrumpió el Holandés, “Capone me meterá un balazo si se entera que estuve hablando contigo, John”.



“¿Le tienes miedo a Capone? Él arregló con los Fedes para que me balearan en el Biograph, y aquí estoy, vivo y coleando como siempre”.



“No le temo a Capone, Lepke, Maldonado, o…”. Los ojos del Holandés retornaron a la sala del hospital. “Soy un buen pretzler” le dijo ansiosamente al Sargento Conlon. “Winifred. Departamento de Justicia. Incluso lo obtuve en el departamento”. El dolor se disparó, agudo como el éxtasis. “¡Señor, por favor, deténgalo!”. Debía explicar sobre De Molay y Weishaupt. “Escuche,” urgió, “el último Caballero. No quiero gritar”. Era tan arduo hacerlo con aquellas pulsaciones de dolor. “No lo sé, señor. Honestamente no lo sé. Fui al baño. Cuando estaba en el trono, el niño vino a mí. Quisimos romper el Círculo. No, por favor. Me queda un mes. Vamos, Illuminati, terminen conmigo”. Era tan difícil de explicar. “Yo no tenía nada con él, y él fue la masacre de uno de los siete días ¡Ewige! Lucha… nada de negocios, nada de diversión, ningún amigo. Nada. Solo lo que tomas y lo que necesitas”. El dolor no era solamente por las balas; ellos estaban trabajando en su mente, e intentaban detenerlo para que no hablase demasiado. Vio la cabeza de macho cabrío. “Déjalo que se ate a ti y que te fastidie” gritó. “Son ingleses, y no sé quien es mejor, si ellos o nosotros”. Tanto para decir, y tan poco tiempo. Pensó en Francie, su esposa. “Oh, señor, consiga protección para la muñeca”. La fórmula de los Illuminati para invocar a los Lloigor: al menos podía revelar eso. “A bailar herido, nuevo waltz: niño, danza al tiempo kerosén, ¿Escuchó?”. Debían comprender que era un asunto a nivel mundial “Yo lo escucharé, se escuchará en el circuito de juzgados, y lo escucharán en la Corte Suprema. Si esa no es la paga. Por favor, castiguen severamente a los amigos del chino y a quien comanda a Hitler”. Eris, la Gran Madre, era la única alternativa al poder de los Illuminati; tenía que decirles eso “Madre es la mejor apuesta. No dejes que Satán te arrastre demasiado rápido”.



“Está parloteando demasiado” dijo el que llevaba la cabeza de macho cabrío, Winifred de Washington. “Incrementen el dolor”.



 “Esas ratas sucias se han sintonizado” gritó Dutch.



“Tranquilícese” dijo el Sargento Conlon, apaciguador.



“Pero estoy muriendo” explicó Dutch ¿Es que no entienden nada?



Drake se encontró con Winifred en una fiesta en Washington, en 1947, luego de que el Acta de Seguridad Nacional fuera aprobada por el Senado. “¿Y bien?” preguntó Winifred, “¿Tiene alguna otra duda?”.



“Ninguna en absoluto” dijo Drake. “Ahora invertí todo mi dinero legal en industrias de defensa”.



“Manténgalo ahí,” Winifred sonrió, “y será más rico de lo que jamás haya soñado. Nuestro proyecto actual apunta a conseguir que el Senado apruebe un subsidio de trescientos mil millones de dólares para tecnología bélica, antes de 1967”.



Drake pensó rápido y preguntó lentamente “¿Van a añadir otro villano, además de Rusia?”.



“Observe a China” dijo Winifred serenamente.



Esta vez la curiosidad sobrepasó la prudencia de Drake; preguntó “¿Realmente lo mantienen encerrado en el Pentágono?”.



“¿Le gustaría conocerlo cara a cara?” preguntó Winifred, con un dejo de mofa en su voz.



“No, gracias” dijo Drake con tranquilidad. “He leído a Herman Rauschning y recuerdo las palabras de Hitler sobre el Superhombre: ‘Él está entre nosotros. Lo he visto. Es intrépido y terrible. Le temí’. Eso satisface mi curiosidad”.



“Hitler” dijo Winifred, esta vez sin ocultar el desprecio. “Hitler lo vio en su forma más humana. Él… ha progresado… desde entonces”.



Mientras el trueno aumentaba en un crescendo enloquecedor, Drake pensó: ésta noche lo veré a él, o alguno de ellos ¿Podría haber elegido alguna otra forma más agradable de suicidarme? La pregunta era retórica; Jung estaba en lo correcto con su Ley de los Opuestos. Hasta Freud lo supo: todos los sádicos, al final, se transforman en masoquistas.



En un impulso, Drake se levantó y tomo un anotador y una lapicera de la mesa de luz estilo Tudor. Comenzó a garabatear a la luz de la creciente tormenta eléctrica en el exterior:



¿Qué es lo que temo? ¿No he estado preparando este encuentro desde que le arrojé la mamadera a mi madre cuando tenía un año y medio?



Y estoy emparentado a él ¿Acaso no vivimos ambos de la sangre, aunque en mi caso sea del dinero manchado de sangre en lugar de la sangre misma?



Las dimensiones siguen cambiando cada vez que toma otra parte de mí. Prinn tenía razón en su De Vermis Mysteriis: ellos no comparten el mismo espacio-tiempo que nosotros. Eso es lo que quiso decir Alhazred cuando escribió: “Su mano está en vuestro cuello, mas no podréis verla. Caminan serenos e intangibles, no por los espacios que conocemos, si no entremedio de ellos”.



“Sáquenme de aquí” gimió el Holandés. “Estoy medio loco. No dejarán que me levante. Ya tiñeron mis zapatos. Denme algo. Estoy sufriendo”.



Puedo ver Kadath, y los dos campos magnéticos. Debo unificar las fuerzas comiéndome a la entidad.



¿Cuál yo es mi yo verdadero? ¿Es fácil entrar en mí porque ya me queda muy poca alma? ¿Era eso lo que Jung intentaba decirme sobre el poder?



Veo el hospital de Newark y al Holandés. Veo la luz blanca, y luego la negrura que no late ni se mueve. Veo a George intentando conducir mi Rolls Royce bajo la lluvia feroz. Veo que la blancura de la blancura es negra.



“Por favor,” imploró el Holandés, “sáquenme los zapatos. No, hay un par de esposas sobre ellos. El Barón dijo esas cosas”.



Veo a Weishaupt y la Bota de Hierro. No me sorprende que solamente cinco hayan podido aguantar esas pruebas terribles para llegar a ser la punta de la pirámide. El Barón Rotschild no dejó que Rhodes se saliera con la suya. De todos modos ¿Qué son el tiempo y el espacio? ¿Qué es el alma de la que tanto hablamos? ¿Cuál es real - el niño Arthur Flegenheimer buscando a su madre, el gángster Dutch Schultz negociando muerte y corrupción con los Medici o los Morgan, o el poeta loco que nacía en el hospital de Newark mientras los otros dos morían?



Elizabeth era una perra. Cantaban “La Vanidad Dorada” sobre Raleigh, pero ninguno podía decir una palabra contra mí. Así y todo, él era el preferido. Teatro el Globo, un nuevo drama de Will Shakespeare, a unas cuadras torturaban al oso Sackerson por deporte.



Cristo. Abrieron la Falla de San Andrés para ocultar los registros más importantes sobre Norton. Las veredas se abren como bocas, John Barrymore cae de la cama, y William Shakespeare está en su mente, mi mente, la mente de Sir Francis. Roderick Usher. Sabiduría Estelar, la llamaban.



“La vereda estaba en problemas,” intentó explicar el Holandés, “y los osos estaban en problemas, y yo lo arruiné. Pónganme en aquella sala. Manténganlo bajo control, por favor”.



¡Puedo escucharlos! Los mismos sonidos recogidos por Poe y Lovecraft: ¡Tekeli-li, tekeli-li! Debo estar cerca.



No quise tirarte la mamadera, madre. Solamente quería tu atención. Solamente quería llamar la atención.



“Okay” dijo el Holandés. “Okay, estoy acabado. No puedo hacer otra cosa. Búscala mamá, ve a buscarla. No puedes vencerlo a Él. Policía. Mamá. Helena. Por favor, llévenme”.



Puedo verlo y puede verme. En la oscuridad. Hay cosas peores que la muerte, vivisecciones del espíritu. Debería correr ¿Por qué estoy aquí sentado? El biciclo y el triciclo. 23 skidoo. Dentro del pentágono, el frío del espacio interestelar. Ellos provienen de las estrellas y traen sus imágenes consigo. Madre. Lo lamento.



“Vamos, abre las latas de conserva” dijo el Holandés, desesperanzado. “El hollín de la chimenea. La espada”.



Es como una chimenea sin fin. Hacia arriba, y más arriba para siempre, en una oscuridad cada vez más profunda. Y el ojo rojo que todo lo ve.



“Por favor, ayúdenme. Conservas Canadienses Viandas Bean. Quiero pagar. Déjenme en paz”.



Quiero unirme a esto. Quiero convertirme en esto. Ya no tengo voluntad propia. Muerte, Vieja Prostituta, te acepto como mi leal esposa en sagrado matrimonio. Estoy loco. Estoy medio loco. Madre. La mamadera. Linda, chupado, succionado.



Unidad.



A cinco kilómetros de la estancia de Drake, sobre la costa, vivía una niña de nueve años llamada Patty Cohen, quien enloqueció durante esa madrugada del 25 de Abril. Al principio sus padres, que eran medio hippies, pensaron que había ingerido LSD (se sabía que había sido infiltrado en la escuela primaria), y le dieron Niacin y mucha vitamina C mientras la niña corría por la casa riendo, haciéndoles caras y gritando “está tendido en sus propios orines”, “él todavía está vivo adentro de esa cosa” y “Roderick Usher”. Durante el transcurso del día se dieron cuenta que no era culpa del ácido, y comenzaron una triste peregrinación que duró varios meses por hospitales, clínicas psiquiátricas privadas, y psiquiatras particulares. En Diciembre, antes de Hanuka, llevaron a Patty a un consultorio elegante de Park Avenue, donde la niña sufrió un ataque virtual de epilepsia en la sala de espera al observar una estatua en el escritorio. “¡No dejen que me coma!, ¡No dejen que me coma!” gritó. Su recuperación comenzó aquel día, luego de ver una réplica en miniatura del gigante Tláloc de la ciudad de México.



Tres horas después de la muerte de Drake, George descansaba en una cama del Hotel Tudor con la bocina del teléfono al oído, esperando a que le atendiesen. La voz de una mujer joven dijo hola al otro lado de la línea.



“Deseo hablar con el inspector Goodman” dijo George.



Luego de una breve pausa, la voz preguntó “¿De parte de quién?”.



“Mi nombre es George Dorn, pero el inspector no me conoce ¿Podría decirle que se ponga al tubo? Tengo un mensaje para él sobre el caso de Joseph Malik”.



Hubo un silencio opresivo, como si la mujer hubiera dejado de respirar para reprimir un grito. Finalmente dijo “en este momento mi marido está trabajando, pero le daré cualquier mensaje que usted quiera dejarle”.



“Que raro,” dijo George, “me dijeron que el inspector Goodman trabajaba desde el mediodía hasta las 21:00 hs”.



“Eso no es de su incumbencia” dijo la mujer bruscamente. George se sintió un tanto avergonzado. Rebecca Goodman estaba atemorizada y no sabía adonde estaba su esposo: algo en el tono de aquellas palabras revelaban su estado mental. Debo tener más tacto con la gente, pensó.



“¿Ha tenido noticias de él?” preguntó cautelosamente. Sentía lástima por la señora del Inspector Saúl Goodman, quien, después de todo, era la esposa de un cerdo. Si un par de años atrás George hubiera leído en el diario que el marido de ésta mujer había sido baleado por un revolucionario, hubiera suspirado “¡Qué bien!”. Alguno de sus amigos de aquel período podría haber asesinado al Inspector Goodman. Hubo un momento en que incluso George pudo haberlo hecho. Una vez un chico de su grupo telefoneó a la viuda de un policía asesinado por unos jóvenes negros y la llamó perra, esposa de un cerdo, le dijo que su marido era culpable de crímenes contra el pueblo y que sus asesinos serían recordados como héroes. George había aprobado aquella acción verbal, era un método para endurecerse contra el sentimentalismo burgués. Fue en diciembre, y los periódicos rebalsaban de comentarios que decían que los tres hijos del policía no tendrían Navidad aquel año; a George esas historias le daban ganas vomitar.



Pero ahora la angustia de la mujer cruzaba por el cable del teléfono y él podía sentirla, ya que no sabía si su marido estaba vivo o muerto, solo desaparecido. Probablemente estuviera vivo, si no ¿Por qué Hagbard le había pedido que se pusiera en contacto con él?



“N - no… no se a qué se refiere” dijo Rebecca. Está comenzando a desmoronarse, pensó George, en un minuto romperá en llantos. Pero él tampoco conocía el paradero de Goodman.



“Mire,” dijo afilado, abriéndose paso entre la corriente de emociones que fluían hacia él, “cuando lo vea, dígale que si quiere saber más sobre los Illuminati Bávaros debe llamar a George Dorn al Hotel Tudor. Es D-O-R-N, Hotel Tudor ¿Comprendió?”.



“¡Los Illuminati! Escuche, eh, Sr. Dorn, lo que sea que quiera decirle, puede decírmelo a mí. Yo le pasaré el mensaje”.



“No puedo hacer eso Sra. Goodman. Muchas gracias. Adiós”.



“¡Espere! ¡No cuelgue!”.



“No puedo ayudarla Sra. Goodman. Yo tampoco sé adonde está”. George colgó el teléfono con un suspiro. Sus manos estaban frías y húmedas. Bien, debía decirle a Hagbard que no había podido comunicarse con el Inspector Goodman. Pero había descubierto algo: que el Inspector Goodman había desaparecido mientras investigaba la desaparición de Joseph Malik, y que las palabras “Illuminati Bávaros” significaban algo para su esposa. Encendió la tele. Ya debía estar el noticiero del mediodía. Volvió a la cama, se recostó, y prendió un cigarrillo. Todavía estaba exhausto por la maratón sexual de la noche anterior con Tarantella Serpentina.



El conductor dijo “… el Fiscal General anunció que hoy a las seis de la tarde pronunciará un discurso sobre la ola de asesinatos mafiosos perpetrados esta madrugada en diferentes localidades del país. La cifra de las víctimas de esta modalidad de homicidios asciende a veintisiete, sin embargo las autoridades locales se niegan a afirmar que dichas muertes tengan conexión. Entre las víctimas se hallan el Senador Edward Coke Bacon; dos altos oficiales de la policía de Los Ángeles; el alcalde de un pueblo llamado Mad Dog, Texas; un promotor de boxeo de New York; un farmacéutico de Boston; el dueño de una fábrica de cerámicos de Detroit; un comunista de Chicago; tres líderes del movimiento hippie en Nuevo México; el dueño de un restaurante de New Orleáns; un peluquero de Yorba Linda, California; y un fabricante de embutidos de Sheboygan, Wisconsin. Hubo atentados con artefactos explosivos en quince localidades, que terminaron con la vida de otras trece personas. Seis personas fueron reportadas desaparecidas en distintas partes de la nación, y cuatro de ellas fueron vistas mientras eran forzadas a ingresar a distintos vehículos en diferentes horarios entre la noche de ayer y esta mañana. Hoy, el Fiscal General declaró que se trata de ‘una ola de terror perpetrada por el crimen organizado’, señalando que, a pesar de que los motivos de estos homicidios sean oscuros, la modalidad posee las características de los asesinatos mafiosos. Así mismo, el nuevo director del FBI, George Wallace, movilizó a todos los agentes federales del país y declaró mediante un comunicado de prensa - cito - ‘El Fiscal General está ladrando nuevamente al árbol equivocado, confirmando de esta manera que los asuntos concernientes a la seguridad nacional deben ser puestos en manos de profesionales experimentados. Tenemos razones suficientes para pensar que estos asesinatos fueron cometidos por un grupo de comunistas negros que reciben órdenes de Pekín’ - fin de la cita -. Mientras tanto, la oficina del Vicepresidente envió una disculpa pública a la Liga Ítaloamericana de Anti-difamación por sus referencias a ‘esos mafiosos italianos’, y la Liga levantó el piquete que mantenía frente a la Casa Blanca. Reiteramos, el Fiscal General pronunciará un discurso dirigido a toda la nación hoy a las seis de la tarde”. El presentador cambió su expresión facial de periodista neutro a otra de patriota agresivo. “Ciertos sectores disidentes siguen quejándose de que la gente no tiene oportunidad de participar en las decisiones gubernamentales. A pesar de eso, en momentos como éste, cuando gran parte del país tiene la opción de escuchar al Fiscal General, el rating es bajo. Hagamos todo lo posible para hacer crecer ese rating ésta tarde, y hagámosle saber al mundo que todavía vivimos en democracia”.



“¡La puta madre!” gritó George a la pantalla. No podía recordar que hubiese otro conductor de noticieros así de repugnante. Debía ser un fenómeno reciente, algo que había ocurrido mientras viajaba a Mad Dog - o tal vez una consecuencia tardía de la crisis de Fernando Poo. Recordó que fue en aquel mismo hotel, luego de la sangrienta marcha por Fernando Poo frente a la ONU, que Joe Malik mencionó por primera vez lo de Mad Dog. Ahora Joe había desaparecido, a diferencia de toda aquella gente que el Sindicato había liquidado como prueba de sus buenas intenciones, como George bien sabía, al aceptar las obras de arte que Hagbard les había obsequiado. Tal vez el Inspector Goodman se había escabullido por la misma madriguera de conejo que Joe.



Golpearon la puerta. George fue a atender y apagó la tele de pasada. Era Stella Maris.



“Qué bueno verte, nena. Quítate ese vestido y ven a la cama, así reafirmamos mis ritos de iniciación”.



Stella le puso las manos en los hombros. “Ahora no, George. Hay un asunto más importante. Robert Putney Drake y Nariz de Banana Maldonado están muertos. Vamos. Debemos volver con Hagbard inmediatamente”.



Después de viajar en helicóptero, luego en un jet privado, y finalmente en una lancha hasta la base submarina de Hagbard en la Bahía de Chesapeake, George estaba extenuado y aterrado por el desenlace de los sucesos. Recuperó sus fuerzas cuando vio a Hagbard nuevamente.



“¡Hijo de puta! ¡Me enviaste allí para que me mataran!”.



“Y eso te dio coraje para enfrentarme” dijo Hagbard con una sonrisa indulgente. “El miedo es una cosa extraña, ¿No es así, George? Si no hubiéramos tenido miedo a las enfermedades, nunca hubiéramos desarrollado la ciencia microbiológica. Dicha ciencia, a su vez, creó la posibilidad de la guerra bacteriológica. Y ahora las superpotencias tienen tanto miedo de que los otros les lancen gérmenes, que han desarrollado plagas suficientes como para borrar a la humanidad de la faz de la Tierra”.



“Tu mente está divagando, estúpido” dijo Stella. “George no está bromeando, casi lo matan”.



“El miedo a la muerte es el comienzo de la esclavitud” dijo Hagbard simplemente.



A pesar de que era temprano, George se encontraba al borde del colapso y dispuesto a dormir veinticuatro horas seguidas o más. Los motores del submarino vibraron bajo sus pies mientras se dirigía a su camarote, pero no sintió curiosidad sobre su próximo destino. Se acostó y tomó un libro de la repisa sobre la cabecera de la cama, parte de su ritual para ir a dormir. Sexualidad, Magia y Perversión decía el lomo. Bien, sonaba jugoso y prometedor. El autor era un tal Francis King. Citadel Press, 1972. Solo algunos años atrás. Muy bien. Lo abrió al azar:



En pocos años Prater Paragranus se convirtió en Jefe de la rama suiza de la OTO, entabló relaciones amistosas con los discípulos de Aleister Crowley - especialmente con Karl Germer - y fundó una publicación. Posteriormente heredó el mando de la Antigua Fraternidad Rosacruz de Krumm y Heller, y el patriarcado de la Iglesia Católica Gnóstica - este último título lo obtuvo de Chevillon, asesinado por la Gestapo en 1944, a su vez sucesor de Johnny Bricaud -. Prater Paragranus también es líder de uno de los tantos grupos que afirman ser los verdaderos sucesores de los Illuminati de Weishaupt, que Leopold Engel reviviera alrededor de 1895.



George parpadeó ¿Uno de tantos grupos Illuminati? Debía preguntarle a Hagbard sobre eso. Pero ya comenzaba a visualizar ilusiones hipnogógicas y llegaba el sueño.



En menos de media hora, Joe había distribuido noventa y dos vasos descartables de jugo de tomate con AUM, la droga que prometía convertir a los neófobos en neófilos. Se había apostado sobre Pioner Court, al norte del puente de la avenida Michigan, con una mesa y un cartel que decía JUGO DE TOMATE GRATIS. Cada persona que bebía un vaso era invitada a completar un cuestionario breve y dejarlo en una urna allí instalada. De cualquier manera, explicaba Joe, el cuestionario era opcional, y quienquiera que quisiese beber el jugo y seguir, era bienvenido.



El AUM funcionaría en ambos casos, pero el cuestionario le daría al FLE la oportunidad de testear sus efectos individualmente.



Un policía alto y de color se detuvo súbitamente frente al puesto. “¿Tiene permiso para esto?”.



“Por supuesto” dijo Joe con una sonrisa fugaz. “Trabajo para la Corporación de Servicios Generales, y estamos probando una nueva marca de jugo de tomate ¿Quiere probarlo, oficial?”.



“No, gracias” dijo el oficial, con expresión adusta. “Hace dos años una gavilla de hippies amenazó con echar LSD al suministro de agua de la ciudad. Déjeme ver sus credenciales”. Había algo frío, duro, y criminal en los ojos del policía, pensó Joe. Algo más allá de lo habitual. Éste debía ser un sujeto único, y el producto lo afectaría de manera extraordinaria. Joe miró la placa en su chaqueta y leyó WATERHOUSE. La cola detrás del patrullero Waterhouse iba haciéndose cada vez más larga.



Joe encontró el papel que Malaclypse le había dado y se lo dio a Waterhouse, quien lo miró y dijo “esto no es suficiente. Aparentemente usted no tiene permiso para poner su puesto en la vía pública bloqueando la circulación peatonal. Esta es un área transitada. Deberá moverse”.



Joe miró las calles circundantes, el puente sobre el verde y grasoso río Chicago, y los edificios alrededor de Pioneer Court. El área, pavimentada de ladrillos, era una espaciosa plaza pública y claramente había espacio para todos. Le sonrió a Waterhouse. Estaba en Chicago y sabía qué hacer. Sacó un billete de diez dólares del bolsillo, lo dobló a lo largo y lo enrolló alrededor del vaso de plástico que llenó con jugo de tomate de la jarra que tenía en la mesa. Waterhouse bebió el jugo sin comentarios, y cuando arrojó el vaso al cesto de basura, el billete había desaparecido.



Un grupo de hombres de negocios, calvos y del tipo parlanchín de pueblo pequeño, se alinearon frente al puesto. Todos llevaban una tarjeta plastificada con la cruz roja de los Cruzados, la sigla KCUF, y las palabras “¡Dominus Vobiscum! Mi nombre es --------”. Sonriendo, Joe les dio vasos de jugo, notando que varios de ellos llevaban una decoración adicional en sus solapas: una cruz cuadrada de plástico blanco con las letras RdD. Cualquiera de aquellos hombres, pensó, se sentiría orgulloso de encarcelarlo por el resto de su vida si supieran que él era el editor de una revista radical ocasionalmente explícita en lo referente a lo sexual, con relatos eróticos que Joe consideraba hermosos. Se rumoreaba que los Caballeros de la Cristiandad Unidos en la Fe estaban detrás de los atentados con bombas incendiarias a dos teatros del medio oeste, y del linchamiento de un periodista en Alabama. Y, por supuesto, tenían estrechas relaciones con los Relámpagos de Dios de Atlanta Hope.



El AUM será una medicina fuerte para éste grupito, pensó Joe. Se preguntaba si les haría abandonar su obsesión por la censura o la haría más terrible. De cualquier manera en ambos casos estarían libres del control Illuminati por un tiempo. Si Simon y él pudieran entrar en una de sus convenciones para suministrar AUM a una mayor cantidad de miembros…



Detrás del contingente KCUF había un hombre pequeño que parecía un gallo con cresta gris. Más tarde, al leer los cuestionarios, Joe descubrió que le había dado AUM al Juez Calígula Bushman, una figura eminente en la justicia de Chicago.



Siguió una sucesión de rostros que Joe no encontró memorables. Todos tenían el aspecto complejo, estúpido, perspicaz, enojado, derrotado, cínico, y crédulo característico de Chicago, New York y otras ciudades grandes. Entonces vio frente a él a una pelirroja alta con un rostro que combinaba lo mejor de Elizabeth Taylor y Marilyn Monroe. “¿Tienen vodka?” preguntó ella.



“No señora, solamente jugo de tomate” dijo Joe.



“Qué lástima” dijo mientras dejaba el vaso en la mesa. “Podría haber bebido uno”.



Calígula Bushman, conocido como el juez más duro de Chicago, estaba procesando a seis personas acusadas de vandalismo contra una oficina gubernamental: habían destruido los muebles, arruinando los expedientes y arrojando una carretillada de excrementos de vaca en los pisos de dicho establecimiento. Bushman interrumpió súbitamente el proceso a mitad de la exposición de los demandantes, anunciando un llamado a la cordura. Para el desconcierto de todos, comenzó a formular una serie de preguntas  bastante extrañas al Fiscal Estatal Milo A. Flanagan:



“¿Qué pensaría usted de un hombre que no solamente tuviera un arsenal en su casa, si no que, haciendo un enorme sacrificio financiero, estuviera recolectando un segundo arsenal para proteger al primero? ¿Qué diría si a su vez los vecinos de ese hombre, temerosos, coleccionaran armas para protegerse de él? ¿Y qué si este hombre gastara diez veces más dinero en su costoso armamento que en la educación de sus hijos? ¿Qué pensaría usted si uno de sus hijos criticara su hobby, y el hombre lo llamara traidor y vago, y lo desheredara? ¿Y qué si él tomara al hijo que siempre le obedeció fielmente, lo armara hasta los dientes y lo enviara al mundo a atacar a sus vecinos? ¿Qué diría de un hombre que envenenara el mismo aire que respira y el agua que bebe? ¿Qué tal si este hombre no solamente riñera con los vecinos de su cuadra, si no que se metiera en querellas ajenas en distintas partes de la ciudad, incluso en los suburbios alejados? Dicho sujeto sería claramente un esquizofrénico paranoico con tendencias homicidas, Sr. Flanagan. Ése es el hombre que debería ser procesado, y bajo nuestro iluminado sistema de moderno de jurisprudencia, intentaríamos curarlo y rehabilitarlo en vez de simplemente castigarlo”.



“Hablando como juez,” continuó, “desestimo el caso en varios niveles. El Estado, como entidad corporativa, es clínicamente insano, y es absolutamente inadmisible arrestar, procesar y encarcelar a aquellos que no estén de acuerdo con sus políticas. Pero a pesar de ser obvio para cualquier persona con sentido común, dudo que éste criterio cuadre dentro de nuestro juego jurisprudencial americano. También dictamino que el derecho a destruir propiedad gubernamental está protegido por la Primera Enmienda de la Constitución de los EEUU, por lo tanto, el delito con que se acusa a estas personas no es considerado como tal por la Constitución. Las propiedades estatales son propiedades del pueblo, y el derecho de cualquier persona a expresar disconformidad con su gobierno destruyendo propiedades gubernamentales es inviolable y no puede ser penado”. Estas nociones le habían llegado repentinamente al Juez Bushman mientras estaba hablando. Le sorprendieron, pero descubrió que su mente estaba trabajando más rápido y mejor desde aquella mañana.



Continuó “el Estado no existe en términos físicos, como una persona, si no que es una ficción legal. Una ficción legal es una forma de comunicación. Cualquier propiedad poseída por una forma de comunicación, es en sí una forma de comunicación también. El Gobierno es un mapa, y los papeles del gobierno son el mapa de un mapa. El medio, en este caso, es definitivamente el mensaje, como afirmaría cualquier semántico. Entonces, cualquier acción física dirigida contra una comunicación, debe ser considerada también una comunicación, el mapa del mapa de un mapa. Por lo tanto, la destrucción de propiedades gubernamentales está protegida por la Primera Enmienda. Publicaré una opinión escrita más amplia sobre este punto, pero es mi dictamen que los acusados no deben sufrir arresto. Caso cerrado”.



Muchos espectadores salieron malhumorados del juzgado, mientras que los parientes de los acusados se abrazaban con lágrimas y risas. El Juez Bushman bajó del estrado pero permaneció en la sala, y fue el centro afable de un enjambre de periodistas (él estaba pensando que su opinión era el mapa del mapa del mapa de un mapa, o un mapa del cuarto orden ¿Cuántas otros tipos de simbolismo potencial había allí? Casi no escuchó los elogios que le llovían. Supo, por supuesto, que su decisión sería apelada; pero ya estaba aburrido de todos aquellos asuntos legales. Sería interesante sumergirse profundamente en las matemáticas).



Harold Canvera no se molestó en llenar el cuestionario, por lo tanto no estaba bajo observación ni protección. Volvió a su casa, a su trabajo y a su pasión: grabar mensajes telefónicos en contra de los Illuminati, los comunistas, los socialistas, los liberales, los indiferentes y contra los republicanos insuficientemente conservadores (El Sr. Canvera también enviaba por correo panfletos similares a quienquiera que estuviese bastante intrigado por sus mensajes telefónicos como para enviarle veinticinco centavos por información adicional. Realizaba éste digno servicio educacional en nombre de un grupo llamado Pueblada Unida de Trabajadores Anticomunistas, que era una escisión de la Congregación Heroica Urbana Contra el Humanismo Antipatriótico, que a su vez era una rama de los Relámpagos de Dios) Sin embargo, durante las semanas subsiguientes, comenzaron a aparecer ideas nuevas y extrañas en los mensajes telefónicos de Canvera.



“Impuestos más bajos no son la respuesta” decía, por ejemplo. “Cuando escuchen que  algunos conservadores autoproclamados como los Birchers o los seguidores de William Buckley Jr. exigen mermas impositivas, desconfíen. Ellos coquetean con el Iluminismo. Todo impuesto es un robo. En vez de atacar a Joan Baez, un verdadero americano debería apoyarla en su negación a darle nuestro dinero a la tesorería Illuminati de Washington”.



La semana posterior fue aún más interesante: “La Pueblada Unida de Trabajadores Anticomunistas les ha dicho a menudo que no hay una verdadera diferencia entre Republicanos y Demócratas. Ambos son garras del esquema Illuminati para destruir la propiedad privada y convertirnos a todos en esclavos del Estado, así los banqueros internacionales de cierto grupo minoritario pueden controlar todo. Éste es el momento en que todo patriota pensante debe adoptar una mirada aún más escéptica con respecto a la (así llamada) Sociedad Anti-Illuminati de John Birch ¿Por qué siempre están colocando esas calcomanías que dicen ‘Apoye a la Policía Local’? ¿Se han preguntado eso? ¿Qué es lo más importante en un Estado totalitario? ¿No es la policía? Si nos librásemos de la policía ¿Cómo podría haber un Estado totalitario? Piensen en eso, compatriotas ¡Y recuerden al Álamo!”.



Algunas de estas ideas nuevas y extrañas provenían de varios periódicos anarco-derechistas (subsidiados secretamente por Hagbard Celine) que Canvera había recibido misteriosamente hacía tres meses, pero que no había leído hasta después de ingerir el AUM. Dichas publicaciones habían sido enviadas por Simon Moon como una broma, con el remitente “Illuminati Internacional, nº 34 de Calle 68 Este, New York”, dirección del cuartel general del Consejo para las Relaciones Exteriores, considerado por los Birchers como un semillero Illuminati. Canvera había tomado la frase “Recuerden al Álamo” de Bowie Knife, una publicación de la Sociedad Davy Crockett, grupo fascista que se separó de los Relámpagos de Dios cuando su líder, un petrolero millonario de Texas enormemente paranoico, se convenció de que muchos mexicanos eran en realidad agentes de la China Roja disfrazados. Más tarde éste dogma se volvió retroactivo y afirmó que los chinos siempre habían sido comunistas, que los mexicanos siempre habían sido chinos y que el ataque al Álamo había sido el primer ataque comunista contra el capitalismo americano.



La tercera semana fue notable. El AUM, al igual que el LSD, evidentemente cambió ciertas características de su personalidad, dejando otras casi intactas. En su evolución irregular de derechista autoritario a derechista libertario, Canvera se las arregló para arribar a una tesis nunca antes enunciada, excepto por Donatien Alphonse Francois De Sade. Lo que nuestro hombre hizo fue pronunciar un discurso de tres minutos a favor del derecho de cualquier persona de cualquier sexo, a utilizar a cualquier otra persona de cualquier sexo, con o sin su consentimiento, para gratificar sus necesidades o deseos sexuales de todo tipo. La única condición que les garantizaba a las víctimas de dicha invasión intima, era el derecho recíproco de utilizar al perpetrador para sus propias necesidades o deseos. Pero la gente que llamaba regularmente al servicio telefónico de Canvera no se sintió ofendida por nada de esto; eran hippies de la Avenida Lincoln que lo llamaban cuando estaban colocados para experimentar lo que ellos llamaban “un viaje mental realmente extraño y loco”, y se habían aburrido al comprobar que ya no tenía la onda de sus viejos días de racista, xenófobo y anti-Illuminati. Así mismo, hubo unos cuantos miembros de la Pueblada Unida de Trabajadores Anticomunistas que llamaron ocasionalmente para comprobar que sus contribuciones continuaban financiando la diseminación del verdadero americanismo, y al escuchar los mensajes se sintieron sinceramente confundidos y verdaderamente trastornados. Algunos de ellos incluso escribieron a la central de PUTA en Mad Dog, Texas, para quejarse de que últimamente había algo un tanto peculiar en aquel americanismo. De cualquier manera, el presidente de PUTA, que también dirigía la Sociedad John Dillinger Murió por Ti, los Veteranos de la Revolución Sexual y la Fundación del Coloso de Yorba Linda, el Dr. Horace Naismith, tristemente estaba metido en todo aquello sólo por el dinero y no tenía tiempo para quejas insignificantes. Estaba muy ocupado implementando su nuevo proyecto para recaudar fondos: el Movimiento Anti-feminista de Chauvinistas Organizados (MACHO), a través del cual esperaba ordeñar mucho dinero de la industria pornográfica, de los abortistas ilegales, de los proxenetas, del sector patronal industrial que pagaba a sus empleadas el treinta por ciento del salario que pagaba a sus empleados masculinos, y de todos los demás que se sintieran amenazados por el Movimiento de Liberación Femenina.



La cuarta semana, para ser francos, fue definitivamente bizarra. Canvera hizo una larga disertación sobre la civilización perdida que una vez existió en el desierto de Gobi y declaró estar en desacuerdo con aquellos, como Brion Gysin, que creían que se había autodestruido en una guerra nuclear. En cambio, afirmó, dicha cultura había sido arrasada cuando los Illuminati llegaron desde Vulcano en platos voladores. “Recuerden  al Álamo” fue reemplazado por “Recuerden a Carcosa”, ya que Canvera discernía que tanto Ambrose Bierce como H. P. Lovecraft describían en sus ficciones la tragedia de aquella sociedad gobiana. Los hippies estaban nuevamente encantados - aquel era el tipo de viaje con onda que originalmente convirtió a Canvera en un héroe folclórico de broma entre ellos -, y apreciaban especialmente su arenga para que los EEUU abandonase el próximo lanzamiento a la Luna, y que en su lugar enviara una expedición punitiva a Vulcano tanto para destruir al Iluminismo y a su fuente, como para vengar a la pobre Carcosa. Sin embargo, los afiliados a la PUTA estaban nuevamente disgustados; todo lo concerniente a Carcosa les sonaba a globalismo repugnante.



La quinta semana Canvera dio un nuevo giro y denunció a las masas por su estupidez, declarando que los idiotas merecen ser gobernados por los Illuminati, ya que la mayor parte de la gente es tan tonta que no puede encontrar su propio culo en un cuarto oscuro ni siquiera usando ambas manos. Había estado hojeando un libro de H. L. Mencken (enviado hacía un año a él por El Haj Stackerlee Mohammed, alias Pearson, luego de una de las diatribas de Canvera a favor de la vuelta de la religión a las escuelas públicas); pero también había estado considerando una invitación para unirse a los Illuminati. El documento, que le llegó en un sobre sin remitente, decía que él era demasiado inteligente como para quedarse del lado de los perdedores toda su vida y que debía sumarse al bando ganador antes de que fuese demasiado tarde. Añadía que la cuota de membresía eran $3125, que debía poner en una caja de cigarros y enterrar en su patio trasero, tras lo cual, afirmaba el documento, “uno de nuestros agentes subterráneos lo contactará”. Al principio Canvera lo consideró un engaño - había recibido muchas bromas por correo: pornografía, panfletos rosacruces ilustrados con el dibujo de un ojo dentro de una pirámide, y cartas falsas de supuestos admiradores firmadas con nombres tales como Eldridge Cleaver, Fidel Castro, Anton Szandor LaVey o Juez Crater, todas fraguadas, por supuesto, por su audiencia de la Avenida Lincoln. Luego se dio cuenta de que 3125 era cinco elevado a la quinta potencia y eso lo convenció de que un Verdadero Illuminatus se había comunicado con él. Tomó $3125 de sus ahorros, los enterró siguiendo las instrucciones, hizo una grabación pro-Illuminati como gesto de buena fe y esperó. Al día siguiente recibió varios balazos en la cabeza y los hombros, a consecuencia de lo cual murió por causas naturales.



(De vuelta al tiempo presente, Rebecca Goodman entra al lobby del Hotel Tudor en respuesta a la segunda llamada telefónica misteriosa del día, mientras Hagbard decide que George debe ser iluminado antes de viajar a Ingolstadt, y Esperando Despond aclara su garganta y dice “quiero explicarles la ecuación de la plaga…”).



En realidad, la muerte del pobre Canvera no tuvo nada que ver con los Illuminati o con sus antiguos compañeros de la PUTA. El hombre había estado practicando la filosofía libertina de sus mensajes telefónicos post-AUM con Cassandra Acconci, la adorada hija de Ronald Acconci, Comandante Regional de los Relámpagos de Dios en Chicago y viejo contribuyente del KCUF. Acconci arregló a través del Fiscal Estatal Milo A. Flanagan para que la mafia local se encargase de Canvera. Pero así como no hay finales, no hay principios; tal parece que la semilla de Canvera convivió en matrimonio con el óvulo de Cassandra y corría peligro de convertirse en un ser humano dentro del abdomen previamente plano de la chica.



Saúl Goodman no tenía idea que la habitación donde estaba había sido rentada anteriormente por George Dorn; Solamente era conciente de su impaciencia, sin saber que en ese momento Rebecca estaba en el ascensor aproximándose a su piso… Y a un kilómetro y medio de allí, Peter Jackson, que todavía intentaba armar el número de Julio de Confrontación virtualmente con una sola mano, se sumerge en la basura (nombre elegante que la industria editorial da a los manuscritos no solicitados) y emerge con otra de las consecuencias del proyecto AUM de Moon-Malik de 1970. “Ciencia Ortodoxa: La Nueva Religión” lee en la portada. Bien, echémosle una ojeada. Abriéndolo al azar encuentra lo siguiente:



El concepto del espacio esférico de Einstein sufre del mismo defecto que el concepto de la Tierra perfectamente esférica: ambos están basados en el número irracional p. Dicho número no tiene una definición operacional. No hay ningún punto en ninguna escala de medición técnica que uno pueda señalar y decir: “Esto es exactamente p”, aunque las escalas estén engañosamente marcadas con dicho número. De hecho, p, no puede hallarse en el mundo real, y existen razones históricas y arqueológicas para creer que fue creado por un matemático griego bajo la influencia del poderoso hongo alucinógeno Amanita Muscaria. Es puramente surrealista. Uno no puede escribir p como un número real; solamente podemos escribir la aproximación 3,1417… etc. La química no conoce tales unidades: tres átomos de un elemento pueden combinarse con cuatro átomos de otro elemento, pero nunca encontraremos p átomos combinándose con algo. La física cuántica revela que un electrón puede saltar tres unidades o cuatro unidades, pero nunca saltará p unidades. p ni siquiera es necesario en geometría, como a veces se afirma; R. Buckminster Fuller ha creado un sistema geométrico completo, tan fiable como el de la antigua Grecia, en el cual p no aparece en absoluto. Por lo tanto el espacio puede estar sesgado y descentrado de distintas maneras, pero no puede ser perfectamente esférico.



“¿Qué carajo es esto?” dijo Peter Jackson en voz alta. Se adelantó hasta el final.



En conclusión, quiero agradecer a un hombre extraño y fuera de lo común, James Mallison, quien proveyó la chispa que encendió mi pensamiento sobre esta materia. En efecto fue gracias a mi encuentro con el Sr. Mallison que vendí mi ferretería, retorné a la universidad y me licencié en cartografía y topología. Sin embargo, él era un fanático religioso (como lo era yo al momento de nuestro encuentro), y por lo tanto tal vez no llegue a apreciar muchos de mis descubrimientos, pero gracias al empuje peculiar, e incluso brillante de ese hombre, me embarqué en la búsqueda que me condujo hasta esta nueva teoría de Universo Pentaédrico.



Licenciado W. Clement Cotex



“¡A la mierda!” murmuró Peter. James Mallison era un seudónimo que a veces utilizaba Joe Malik para escribir, y allí había otro James Mallison que había inspirado a un tipo a convertirse en licenciado y a inventar una nueva teoría cosmológica ¿Cuál era la palabra que Joe utilizaba para ese tipo de coincidencias? Sincro-algo…



(“1472” Esperando Desmond concluye su oscuro cálculo matemático. “Ése es el número de casos de contagio que podemos tener al mediodía si la chica vio solamente a dos personas luego de dejar al Dr. Mocenigo. Ahora, si la chica tuvo tres contactos…”. Los agentes del FBI allí reunidos comienzan a palidecer gradualmente. Carmel, el único contacto verdadero, a dos cuadras de ellos, está ocupado metiendo dinero en un maletín).



“¡Es él!” gritó histéricamente la viuda de Edward Coke Bacon a Basil Banghart, otro agente del FBI, en una oficina en Washington. Ella señala una foto de Albert “El Profesor” Stern. “Señora” dice Banghart gentilmente, “no puede ser él. Ni siquiera sé por qué su foto todavía está en ese expediente. Ese es un drogadicto que una vez entró en nuestra lista de los más buscados por confesar un crimen que no había cometido”. En Cincinnati, un dibujante del FBI está completando un retrato bajo las indicaciones de la viuda de un técnico reparador de televisores: la cara del asesino, gradualmente emergente, combina varios rasgos de Vincent “Perro Loco” Coll, de George Dorn y del líder de Asociación Médica Americana, grupo de rock que en este momento está abordando un avión en el Aeropuerto Internacional Kennedy hacia el recital de Ingolstadt. Rebecca Goodman, subiendo en el ascensor del Hotel Tudor, recuerda momentáneamente una pesadilla que tuvo la noche anterior: Saúl era baleado por el mismo músico vestido de monje, con una túnica roja y blanca, mientras una conejita de Playboy bailaba frente a una especie de pirámide gigantesca. En Princeton, New Jersey, un físico nuclear llamado Nils Nosferatu - uno de los pocos sobrevivientes de los asesinatos de la madrugada - balbucea al detective y al policía estenógrafo que están al lado de su cama “Tlaloc succiona. No pueden confiar en ellos. Hay que vigilar al enano. Cuando arrojen el gas lacrimógeno nos moverán. La diversión es diversión. Omega. El hermano de George conoció a los delfines antes que él, ese es el gancho psíquico que atrajo a George. Ella está en la puerta. Ella está enterrada en el desierto. Quien desobedezca será despedido. Unificar las fuerzas. Sostén la manguera. Yo llamo a Mark”.



“Tengo que comenzar a decirte la verdad, George” dijo Hagbard dubitativo, mientras el Enano Desobediente, Carmel y el Dr. Horace Naismith chocaron en la entrada del Hotel Sands (“¿Por qué no miran por donde mierda caminan?” gruñó Carmel), y ella fue hasta la habitación, su corazón palpitaba con una intuición que iba tomando forma en su mente, golpeó la puerta (Peter Jackson comenzó a marcar el número de Epiceno Wildeblood) y tuvo miedo de estar segura por temor a equivocarse, y el Enano le dijo al Dr. Naismith “¡Que bastardo más grosero! ¿No?, la puerta se abrió, la puerta de la oficina de Milo A. Flanagan se abrió para dejar entrar a Cassandra Acconci, y su corazón se detuvo, y el Dr. Nosferatu gritó “La puerta. Ella está en la puerta. La puerta del desierto. Él come Caramelos”, porque él estaba allí, y ahora estaba en sus brazos, llorando, riendo y preguntándole “¿Adonde estabas amor?”. Y Saúl cerró la puerta detrás de ella y la llevó hacia el centro de la habitación. “Ya no soy policía” dijo, “ahora estoy del otro lado”.



“¿Qué?” Rebecca notó que había algo nuevo en sus ojos, algo para lo que no tenía palabras.



“Debes dejar de preocuparte por recaer en la heroína” dijo él alegremente. “Y si tienes miedo de tus fantasías sexuales, ya no temas. Todos las tenemos ¡San Bernardos!”



Pero incluso eso era menos raro que aquella cosa nueva en sus ojos.



“Amor” dijo ella, “amor ¿Qué es todo esto?”.



“Yo quería tener sexo con mi padre cuando tenía dos años de edad ¿Cuándo tuviste esa fantasía con el San Bernardo?”.



“Cuando tenía once o doce años, creo. Justo antes de mi primer período. Dios mío, has ido mucho más lejos de lo que había imaginado”. Comenzó a reconocer esa nueva mirada. No era inteligencia; él siempre la había tenido. Con asombro, se dio cuenta que era lo que los antiguos llamaban sabiduría.



“Siempre sentí algo por las mujeres negras, igual a lo que tú sientes por los hombres de color” continuó. “Creo que todos en este país tenemos un poco de eso. Y a los negros también les pasa lo mismo con nosotros. Estuve en la cabeza de un tipo negro brillante, músico, científico, poeta, con un millón de talentos, y las mujeres blancas eran como el Santo Grial para él. Y tu fantasía con Spiro Agnew… yo tuve una igual con Ilse Koch, una perra nazi de antes de que tú nacieras. En ambos casos es lo mismo: venganza. No es sexo verdadero, es sexo-odio. Oh, estamos todos tan chiflados”.



Rebecca retrocedió y se sentó en la cama. “Es demasiado, y demasiado de golpe, tengo miedo. Puedo ver que no sientes desprecio por mi, pero, Señor, ¿Podré vivir sabiendo que alguien conoce hasta mi deseo más reprimido?”.



“Si” dijo Saúl tranquilamente. “Y te equivocas. No puedo conocer todos los secretos, querida. Solamente tengo una noción básica sobre ellos. Un puñado. Hay una docena de personas que han pasado por mi cabeza de la misma manera, y puedo mirar a cualquiera de ellos a los ojos ¡Las cosas que sé sobre ellos!”. Rió.



“Todavía es demasiado” dijo Rebecca. “Desapareces, y luego vuelves sabiendo un montón de cosas sobre mí que apenas recuerdo, y me dices que ya no eres policía… ¿Qué significa que ahora estás del otro lado? ¿Que te uniste a la Mafia? ¿A los grupos Morituri?”.



“No” respondió Saúl jubiloso. “Mucho más allá de eso, querida. Fui perturbado por los mejores lava-cerebros del mundo, y recompuesto por una computadora que aplica la psicoterapia, predice el futuro y dirige un submarino al mismo tiempo. En el camino, aprendí tantas cosas sobre la humanidad y el universo, que me llevaría un año contártelo. Y ahora no tengo mucho tiempo porque debo volar a Las Vegas. Si todo funciona, en dos o tres días podré mostrártelo todo, no simplemente contártelo”.



“¿Estás leyendo mi mente ahora?” preguntó Rebecca, todavía asombrada y nerviosa.



Saúl rió nuevamente “No es tan simple. Lleva años de entrenamiento, e incluso así es como una radio vieja ¿Te gustaría escuchar una lectura científica mientras hacemos el amor? Esa es una perversión que nunca antes intentamos”. Su mano bajo desde la mejilla hasta el cuello, y comenzó a desabotonarle la blusa.



(“Hay una fabrica de bombas de los Morituri en tu edificio” dijo Cassandra Acconci atonalmente. “En el decimoséptimo piso. El tipo que las hace tiene tu mismo apellido”.



“¡Mi hermano!” bufó Milo A. Flanagan. “¡Debajo de mis narices! ¡Ese maldito marica!”).



“Oh, Saúl. Oh Saúl, Saúl” Rebecca cerró los ojos mientras la boca le besaba el pezón… el Dr. Horace Naismith cruzó el lobby del Sands colocándose  la insignia de los VRS en la solapa y cruzándose nuevamente con el Enano Desobediente… “Bien,” dice el General al Presidente, “una de las soluciones, por supuesto, es arrojar una bomba atómica en Las Vegas. Pero eso no resolvería el problema de los posibles portadores que pudieron haber subido a un avión y que pueden estar en cualquier lugar del país o del mundo en este momento”. Mientras el Presidente traga tres Librium, un Tofranil y un Elavil, el Vicepresidente pregunta especulativamente “¿Qué tal si distribuimos el antídoto entre la gente del partido y nos olvidamos del asunto?”. Se sentía más misántropo que nunca porque la noche anterior en New York había sido desastrosa debido a su impulsividad al responder un aviso personal que había tocado su corazón…



(“Gracias Cassandra”, dijo Milo A. Flanagan fervientemente, “estaré eternamente agradecido contigo”.



“Una mano lava a la otra” respondió Cassandra; recordaba que Milo y Jim el Sonriente Treponema la habían ayudado a abortar cuando quedó embarazada de aquel tal Canvera. Su padre quiso enviarla a New York a hacer los trámites para un aborto legal, pero Milo señaló que mucha gente no vería con buenos ojos que la hija de un respetado miembro de los KCUF realizara un aborto oficial. “Además,” había añadido Jim el Sonriente, “no querrás mezclarte con esos médicos judíos de New York. Pueden hacerte cosas terribles. Confía en mí, niña; en Cincinnati tenemos los abortistas ilegales más cualificados del país”. En realidad, la verdadera razón por la cual Cassandra estaba delatando el emporio de explosivos del Padre Pederastia, era porque quería molestar a Simon Moon, a quién había estado tratando de meter en su cama desde que lo conoció en el Bar Friendly Stranger hacía seis meses. Simon no había demostrado interés, debido a su obsesión por las mujeres de color, quienes representaban el Santo Grial para él).



“Wildeblood al habla” llegó lentamente una voz cultivada desde el otro lado de la línea.



“¿Ya tienes lista la reseña del libro?” preguntó Peter Jackson aplastando otra colilla de cigarrillo en el cenicero, y preocupándose por el cáncer de pulmón.



“Si, y te encantará. Realmente destruyo a ese par de tontos” Wildeblood estaba entusiasmado. “Escucha esto: ‘dos Nietzsches con chupete soñando con el Superhombre Sicodélico’. Y esto: ‘un complot que es un chiste, personajes de cartón, y una erudición pretenciosa se suman para dar forma a esta pila de bazofias’. Pero esto es lo mejor; escucha: ‘el uso constante de lenguaje obsceno para shockear lleva al lector a sentirse tan deprimido como el espectador involuntario de una disputa entre un proxeneta y una prostituta’ ¿No crees que eso será citado en todas las fiestas y cócteles de esta temporada?”.



“Supongo. Así que el libro es una verdadera inmundicia, ¿Eh?”.



“Por Dios, no sabría decirte. Como te dije ayer, es absurdamente largo. Tres volúmenes, en efecto. Tediosísimo. Solamente tuve tiempo para hojearlo. Pero escucha esto, querido: ‘Si El Señor de los Anillos es un cuento de hadas para adultos, los lectores sofisticados reconocerán que este aborto monumental es un cuento de hadas para paranoicos’. Eso hace referencia a la teoría conspirativa en la que está basada la trama, si es que hay tal. Bellas palabras, ¿No crees?”.



“Si, seguro” dijo Peter tachando reseñas de libros en su anotador. “Envíamelo, yo pago al mensajero”.



Epiceno Wildeblood, a su vez, tachó Confrontación en su libreta, descubrió que Times era el próximo en la lista, y tomó otro libro para inmortalizarse a través de sus agudezas devastadoras. Se sentía más misántropo que nunca porque la noche anterior había sido desastrosa. Alguien había respondido a su aviso personal “interesado en la cultura griega” y él se había emocionado pensando en una nueva conquista; la conquista, desafortunadamente, resultó ser el Vicepresidente de los Estados Unidos, quien solamente estaba interesado en disertar sobre las gloriosas conquistas de la junta militar que gobernó en Atenas. Cuando Eppy, sexualmente desesperado, intentó llevar la conversación hacia Platón, el VP le preguntó, “¿Está seguro de que era griego? Ese nombre suena medio tano para mí”.



(Tobias Knight y otros dos agentes del FBI se cruzan con el Enano Desobediente mientras buscan a la prostituta que pudo haber estado con el Dr. Mocenigo la noche anterior, en tanto, afuera, el primer contingente de los VRS y la Brigada de Hugh M. Hefner dirigidos por el Dr. Horace Naismith en persona, marchan cantando: “Somos los Veteranos de la Revolución Sexual/ El uniforme nos quitaron, nuestras pistolas vamos a usar/ Guerreamos por deber, y ahora por placer/ Nuestras armas se levantan, ya las vas a ver/ Somos los Veteranos de la Revolución Sexuaaaaaal”).



Verás, nena, todo gira alrededor del sexo, pero no en el sentido freudiano. Freud nunca comprendió el sexo. De hecho casi nadie lo comprende, excepto unos pocos poetas aquí y allá. Cualquier científico que comienza a vislumbrarlo mantiene su boca cerrada porque sabe que será excluido de su profesión si dice lo que sabe. Eso, te ayudaré a desabrocharlo. Se supone que lo que sentimos ahora es una tensión y que lo que sentiremos después del orgasmo es una relajación. Oh, son tan lindas. Si, ya sé que siempre digo lo mismo. Pero son lindas. Lindas, lindas, lindas. Mmmm. Mmmm. Oh, si, si. Un segundo. Si ¿Tensión? ¿Cómo puede esto ser tensión? ¿Qué tiene esto en común con las preocupaciones, ansiedades, o con cualquier otra cosa que nos provoca tensión? Hay tirantez, pero no tensión. Es liberador, y la tensión no libera: contiene. Esas son las dos polaridades. Aguarda un segundo. Déjame hacer esto ¿Te gusta? Oh, nena, así, nena, a mí también me gusta. Me hace feliz hacerte feliz. Mira, tratamos de atravesar la piel la piel del otro. Tratamos de derrumbar los muros, muros, muros. Si, si. Atravesar los muros. La tensión intenta sostener los muros y dejar lo externo afuera. Es lo opuesto. Oh, Rebecca, déjame besarlas de nuevo. Qué lindas tetas. Tetas hermosas. Mmmm, mmmm. Hermosas. Tan grandes y redondas. Tú tienes dos erecciones y yo tengo ésta, ¿Te gusta, no es así? Son tres erecciones en total ¿Quieres que saque mi dedo y te la chupe? Oh, nena. Mmm. Mmm. Hermosa. MMMMM. Mmm. Guau, nunca antes habías acabado así de rápido. Oh, te amo ¿Eres feliz? Yo soy tan feliz. Eso es, continúa. Oh, Dios, amo verte haciendo eso. Me encanta ver cómo te lo metes en la boca. Señor, Dios, Rebecca, si. Ahora sácalo. Voy a meter al pequeño Saúl adentro tuyo ¿Le gusta a la pequeña Rebecca? Lo sé, lo sé, se aman, ¿No es así? Ella es tan cálida y lo recibe tan bien. Tú también estás adentro mío. Eso es lo que quería decir. En mi campo. Estás dentro de mi campo y yo dentro del tuyo. Es eso, y no el acto físico. Eso es lo que la gente teme. Por eso están tensos durante el sexo. Tienen miedo de abrir sus campos, de unificar las fuerzas. Dios, ya no puedo hablar. Si, vamos más despacio, es mejor ¿No? La gente está siempre apurada. Se apresuran y terminan el acto físico antes de que sus campos se complementen. Nunca llegan a sentir eso. Creen que es poesía o ficción cuando alguien lo describe. Un científico lo supo. Murió en prisión. Después te contaré sobre él. Es el gran tabú del que nacieron todos los demás. No es el sexo en sí lo que ellos intentan frenar. Es demasiado fuerte, no pueden impedirlo. Esto es, nena. Esto. La unificación. También sucede cuando uno muere, e incluso eso nos quieren robar. Lo han quitado del sexo. Por eso las fantasías. La promiscuidad. La búsqueda. Negros, homosexuales, nuestros padres, gente que odiamos, San Bernardos. Todos. No es neurosis o perversión. Es búsqueda. Una búsqueda desesperada. Todo el mundo quiere tener sexo con su enemigo. El odio también inmoviliza los campos. Y el odio es seguro. Es mas seguro que el amor. El amor es demasiado peligroso. Dios, te amo. Te amo. Apóyate en mis hombros, deja que sostenga tu culo con mis manos. Así. La poesía no es poesía. Quiero decir que no miente. Es verdad cuando te digo que te adoro. No puedo decirlo fuera de la cama. Ahí generalmente digo que te quiero. La adoración asusta. Alguna gente ni siquiera puede decir ‘amor’ en la cama. Buscan entre un montón de compañías, y nunca pueden decir amor. Nunca pueden sentirlo. Bajo control. No quieren que sepamos, o su juego se termina ¿Su nombre? Tienen millones de nombres. Lo monopolizan. Se lo guardan para ellos. Deben borrarlo de nuestros ojos, para controlar. Para controlarnos. Meterlo bajo tierra, hacerlo un ruido de fondo. No debe trascender. Así lo hacen. Así es como sucedió. Primero reprimieron la telepatía, luego el sexo. Por eso la esquizofrenia. Por eso los esquizofrénicos primero tienen extrañas conductas sexuales ¿Por qué a los gays les gusta el ocultismo? Porque rompen un tabú y  luego otro. Y después el muro entero. Para atravesarlo. Como nosotros, ahora. Ellos no pueden permitirlo. Deben separarnos. Alejarnos. Siempre rompiendo y separando. Blancos contra negros, hombres contra mujeres y así nos mantienen separados. No nos dejan brotar. Hacen que el sexo sea una broma sucia. Unos minutos más, unos minutos más. Oh, Dios, si. Ya viene. Un milagro. Construyeron toda la sociedad para evitar esto. Para destruir al amor. Te amo. Te idolatro. Te adoro. Rebecca. Hermosa, hermosa. Rebecca. Ellos… no quieren… que unifiquemos… nuestras fuerzas. Rebecca.



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